Los congresistas de EEUU piden perdón por la esclavitud

El Mundo, PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO, 31-07-2008

La Cámara de Representantes se disculpa, 145 años después de su prohibición, por la «crueldad» de la trata de personas Ciento cuarenta y cinco años después de que la esclavitud fuera prohibida en EEUU, la Cámara de Representantes de ese país se disculpó el martes por la «fundamental injusticia, crueldad, brutalidad y falta de humanidad» de la trata de seres humanos, primero, y de las leyes racistas que la siguieron hasta los años 60, después.


Con esa resolución, la Cámara accede a una vieja petición de la comunidad negra estadounidense, y abre las puertas a que el Senado apruebe una disculpa similar, aunque todavía ningún miembro de ese cuerpo legislativo ha actuado en ese sentido.


Retórica aparte, las 1.100 palabras de que consta la declaración parecen tener un objetivo más cercano: el jueves de la semana que viene, el patrocinador de la moción, el demócrata Steve Cohen, afronta unas difíciles elecciones primarias en su estado de Memphis, en Tennessee.


Cohen es judío y blanco, pero en su circunscripción los negros son mayoría. Y su rival, Nikki Tinker, es afroamericana. Así que el representante se ha anotado un punto de cara a sus votantes.


La lucha entre Cohen y Tinker refleja la explosión de lo que se llama «políticas de identidad» (identity politics) en EEUU. Paradójicamente, a medida que el país ha ido avanzando en igualdad de derechos, los políticos apelan cada día más a los orígenes étnicos, sexuales o religiosos de sus votantes.


Es algo que quedó de manifiesto en las pasadas primarias del Partido Demócrata, en las que los negros votaban a Barack Obama y las mujeres de mediana edad votaban a Hillary Clinton.


Y, a medida que se refuerza esa tendencia, las minorías están empezando a adquirir algunos de los tics excluyentes que ellas sufrieron en el pasado. Para muchos seguidores de Obama, si un demócrata no quiere a ese candidato es porque es racista. Y Tinker ha aplicado el mismo argumento en su lucha contra Cohen. El pasado invierno, los seguidores de la candidata lanzaron una campaña contra su rival con el eslogan Steve Cohen y los judíos odian a Jesucristo.


Pero la resolución de la Cámara de Representantes tiene, también, una implicación que va mucho más allá de un escaño, y que se resume en una cifra: 64 billones de euros. Esa cantidad – que equivale, aproximadamente, a siete veces el PIB de Estados Unidos – es la que, según una estimación de la revista de izquierdas Harper’s, Washington debería dar a los descendientes de los antiguos esclavos para indemnizarles por el tratamiento recibido por sus antepasados, algo que reclaman algunos líderes negros.


La estimación procede de multiplicar los salarios correspondientes a 222,5 millones de horas trabajados por los esclavos entre los 246 años en que la esclavitud se practicó en lo que hoy es EEUU. Una cifra tan grande que es imposible de pagar. Y cuyo sufragio, además, debería correr en parte a cargo de las potencias coloniales que controlaron EEUU antes de la independencia, y que se dedicaron con entusiasmo al tráfico de seres huamanos: España, Francia, Reino Unido, Portugal y Holanda.

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