los nuevos emigrantes

Trabajadores del Amazonas limpian líneas de alta tensión en Galicia

La Voz de Galicia, María Cedrón, 27-07-2008

Algunos de los que llegaron en enero regresaron a Perú al ver que se incumplían sus condiciones laborales

Forman parte del contingente permitido por el Ministerio de Trabajo para cubrir plazas en el sector forestal

Algunos de los que llegaron en enero regresaron a Perú al ver que se incumplían sus condiciones laborales

A los pies del Ucayali, el principal afluente del Amazonas, hay una ciudad que se llama Pucallpa. Es el epicentro de la industria maderera de Perú y la segunda ciudad de la Amazonia peruana, después de Iquitos. Allí nacieron el medio centenar de trabajadores que llegaron a la provincia de Lugo a principios de enero para trabajar en unos puestos que no querían los gallegos. Llegaron en el contingente del 2007, avalado por el Ministerio de Trabajo, para cubrir vacantes en empresas forestales de la provincia de Lugo.

En principio, el número de seleccionados para venir a Galicia fue de setenta personas. Pero algunos no tenían dinero suficiente para pagar el largo viaje en autobús y avión desde su hogar, en la selva baja de Perú, donde crecen los árboles de caoba y cedro, hasta la montaña lucense, donde todavía hay carballos y castiñeiros haciéndose fuertes ante los pinos. Ese fue el factor principal para reducir la cifra al medio centenar. Algunos abonaron el billete de avión con su dinero, mientras que a otros se lo pagó la empresa que los contrató.

Antes de emprender el viaje, sus contratos nominales fueron enviados a la Embajada de España en Perú y, según fuentes próximas a la negociación, los salarios acordados en un principio rondaban los 870 euros netos, más el pago de la Seguridad Social por parte del empresario.

En algunos casos, esas condiciones no llegaron a cumplirse y algunos trabajadores optaron por regresar a casa o por cambiar a otra compañía que les ofreciera mejores condiciones laborales, según cuentan algunos de sus compañeros con mayor suerte.

Javier, Marcos, Emilio, Huge, Santiago, Tobías, Sigifredo, Eduardo y Olegario son de los que se quedaron y cobran su nómina a final de mes. Abandonaron los montes de la Amazonia y el agua del Ucayali para instalarse junto a otra sierra, la de los Ancares, y otro río, el Navia.

En el norte de Perú dejaron a sus familias, a las que todos los meses mandan una cantidad de dinero, la que pueden ahorrar. Las dejaron atrás para venir a trabajar para una compañía de la comarca ancaresa. La labor que realizan es limpiar los montes y el entorno de las líneas de alta tensión. Utilizan la motosierra, un trabajo que desempeñan tanto por la zona de Lugo como por Ourense. Ese tipo de labor fue la que a principios de mayo se cobró la vida de otro inmigrante rumano en la zona de Becerreá. Esa muerte, unida a la de los hombres fallecidos este mes en Cariño y Muros al ser alcanzados por un árbol y a la del conductor de un tractor que acabó aplastado por el vehículo que conducía mientras cargaba madera, eleva a cuatro los fallecidos en el sector en menos de tres meses.

Prevenir esos accidentes es fundamental en las tareas de alto riesgo en las que los trabajadores están expuestos a las inclemencias del tiempo. «Acabamos de hacer un curso de prevención de riesgos laborales de cincuenta horas», explica uno de ellos. La formación es fundamental para enseñarles a utilizar los medios de protección que marca la legislación y cómo actuar en caso de accidente. Lejos de Perú, lo van llevando con la misma morriña que tenían los gallegos que emigraron a América. Algunos echan de menos su tierra, otros esperan continuar en Galicia. «Lo que tenemos que hacer es respetar el contrato y a ver?», comenta uno de los que quieren seguir entre carballos y castiñeiros.

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