Manuel Alfonso Patarroyo INVESTIGADOR DEL INSTITUTO DE INMUNOLOGÍA DE COLOMBIA

"Muchas enfermedades se erradicarían sólo con medidas sanitarias básicas"

El Día, M.G., Adeje, 20-07-2008

Estrecho colaborador de su padre – el Premio Príncipe de
Asturias de Investigación Científica y Técnica Manuel Elkin Patarroyo – , Manuel
Alfonso Patarroyo ejerce como jefe de investigación en vacunas del Instituto de
Inmunología de Colombia. De carácter más sosegado que su enérgico progenitor,
pero igualmente contundente en la denuncia de las condiciones sociales que
propician el desarrollo de muchas enfermedades, Manuel Alfonso Patarroyo – quien
ha estado presente en los cursos de la Universidad de Verano de Adeje – celebra
la mayor sensibilidad que la industria y la sociedad en general muestran hacia
estas patologías, que matan anualmente a millones de personas en los países en
vías de desarrollo. Respecto a la malaria, enfermedad objeto de sus
investigaciones y de las de su padre, descarta la aparición de epidemias en
Europa, pero sí alerta de su reactivación en lugares donde se daba por
erradicada.

- ¿En qué momento se encuentra el
proceso de elaboración de la vacuna contra la malaria?

- Hay varias malarias. Una es la “plasmodium falciparum”,
en la que la investigación, que mi padre lleva dirigiendo desde hace años, va
más avanzada. Ya tenemos muchos fragmentos candidatos a vacuna que
individualmente protegen. Todavía no se ha probado nada en humanos, estamos en
la fase de probar en monos cuáles se pueden combinar para mantener la eficacia
protectora. Eso llevará unos años respecto a esta enfermedad.


- A diferencia de las llamadas
enfermedades olvidadas, la malaria, como el sida, sí cuenta con los fondos
necesarios para la investigación.

– Desde luego estamos mejor que las enfermedades
olvidadas que mencionaba el doctor Alvar [Jorge Alvar Ezquerra, responsable del
programa de leishmaniasis de la Organización Mundial de la Salud, quien impartió
la conferencia inaugural de la UVA], pero eso no quiere decir que la situación
esté bien….


- ¿Se han sentido
incomprendidos?

– Hemos recibido palos de muchos lados, pero esto tiene
unos intereses detrás que son innegables. No obstante, estamos bastante
confiados, porque la ciencia se mide con unos parámetros muy claros: en
publicaciones, en factor impacto de esas publicaciones, en patentes, en personal
formado… Mientras uno tenga claros esos estándares, no debe preocuparse.

– ¿Es posible erradicar una
enfermedad como la malaria?

– No se ha conseguido erradicar ninguna enfermedad.
Hablar de hacerlo con la malaria no se debe tomar a la ligera. Es un parásito
complejo, en zonas de difícil acceso, afecta a población pobre que no tiene
accesos a los servicios básicos de salud. Nuestra intención final es erradicar
la malaria, pero es muy difícil pensar en hacerlo en una situación de 500
millones de enfermos anuales y tres de muertos. Ojalá se logre, pero toca ir
paso a paso, trabajando desde diferentes frentes, porque nosotros trabajamos en
vacunas y vemos tal vez la mejor estrategia costoefectiva, pero eso no quiere
decir que se dejen de administrar medicamentos e invertir en llevar mosquiteros
impregnados en insecticida a zonas endémicas o en desecar los pantanos donde
viven los mosquitos. La estrategia tiene que ser conjunta, porque no se va a
lograr sólo pensando en que se tiene que hacer una vacuna, sin más.

– ¿Existe riesgo de que se active
la malaria en zonas donde se consideraba erradicada?

– Sí, claro. En el momento en que las temperaturas
empiezan a subir globalmente, vuelven a adecuarse de nuevo propensas zonas donde
el mosquito no podía vivir antes y el vector volverá a llevar allí la
enfermedad.

– ¿Son importantes en la misma
medida inversiones en investigación como ayudas al desarrollo?

– Por supuesto. Medidas de cuidado sanitario de carácter
básico serían capaces de erradicar gran parte de las enfermedades en los países
en vías de desarrollo. Tener agua potable disponible, condiciones mínimas de
expulsión de excretas en los lugares donde deberían estar, medidas de carácter
sanitario, muy básicas, de acceso a servicios primarios, ni siquiera a un
hospital de tercer nivel… Todos estos factores pueden acabar con una parte muy
importante de las enfermedades transmisibles en los países en vías de
desarrollo.

– ¿Pueden los movimientos
migratorios llevar la malaria a lugares donde no se da?

– Lo que pueden provocar es tener una persona infectada
en España, por ejemplo. Pero lo que hay que tener presente es que se empiece a
considerar el diagnóstico de la malaria en el momento en que se sospeche, porque
los médicos no están acostumbrados a tener un caso clínico de esta enfermedad y
no se les ocurre que hay una persona que puede morir por falta de diagnóstico y
tratamiento. Ahora es difícil que, si el país no tiene el vector transmisor, se
pueda contagiar la malaria a otra persona. Por ahora es impensable una epidemia
de malaria en Europa, cuando lo que se requiere para transmitir la enfermedad es
un mosquito que la lleve de una persona a otra. Lo que sí hay que hacer es
prestar entrenamiento al personal de las zonas por donde entran los inmigrantes
para que estén atentos y darles un tratamiento adecuado. El clima todavía no es
apto para el mosquito. Aunque Europa es mucho decir: en Italia hay casos de
malaria autóctona, lo mismo que en Estados Unidos. No sé el tiempo que pasará
hasta que se produzcan casos autóctonos también en España. En un futuro puede
ser una opción.

– ¿Sería más rápido el desarrollo
de la enfermedad en Europa teniendo en cuenta la velocidad a la que va la
investigación?

– Es difícil decirlo. En vacunas se avanza muy rápido,
pero tengo entendido que no se invierte mucho en medicamentos. Se pasó de una
estrategia de investigación básica a una orientada a los cuidados preventivos,
como los mosquiteros rociados con insecticida.

– ¿Ya han decidido a quién
donarán la vacuna?

– La intención es donarla, pero tenemos la experiencia
anterior, cuando se donó y no se aplicó nunca. No sabemos cuál será el mejor
mecanismo. Una alternativa sería no donarla como instituto privado, sino a
través del Gobierno colombiano, lo que implica una presión política mayor.
También podría ser a la Organización Mundial de la Salud desde el momento en que
viéramos la intención de que le llegue a quien la necesita.

– La industria farmacéutica ha
sido blanco de críticas por su falta de inversión en medicamentos para
enfermedades que no afectan al mundo occidental. ¿Ha mejorado algo la
situación?

– Algo se ha avanzado. Se ha logrado hacer más atractiva
la inversión para la industria en medicamentos para los que no es posible
recuperar lo invertido. No me atrevo a asegurar que estas estrategias están
funcionando bien, pero sí mejor que hace algunos años. Se han creado algunas
fundaciones privadas que están invirtiendo dinero en la investigación de
enfermedades como la malaria, como la de Bill y Melinda Gates. Ya se ve cierta
concienciación, no sólo de las industrias, sino de la sociedad en general,
respecto a que estas enfermedades existen y que con herramientas muy básicas se
pueden combatir eficazmente.

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