Alejandro de Bernardo

Perros y negros. Negros y perros

El Día, 20-07-2008

No sé si servirá de algo. Lo hago cada verano. La peor gestión es la que no se hace. Es mi lema desde hace bastante tiempo. Una pena que no lo hubiera sido siempre. La estación de las vacaciones concentra un porcentaje de abandono de animales desproporcionado. Más que exagerado. Vergonzoso.

Una vergüenza es también que animales y personas compartan titular alternando el orden como si dieran lo mismo. Lo hago a propósito. Hace menos de un mes, un hombre – un hombre joven y generoso – , Jorge Pérez, moría en León por salvar a su perro. Es más frecuente lo contrario. Muchos canes regalan su vida por salvar la de sus dueños. Por cada cinco mil animales abandonados hay una persona que es capaz de dar su vida por uno de ellos.

Negros. Lo canta la Mari, de Chambao: “… muchos no llegan; se hunden sus sueños”. Estos últimos días nos hemos horrorizado con cayucos repletos de inmigrantes que llegaban a nuestras costas después de haber arrojado por la borda los cadáveres de sus compañeros, de sus hijos, que pretendían, simple y llanamente, un poquito de dignidad. Un poquito de eso que aquí tiramos a la basura con la impunidad de los contaminados por la injusticia más aberrante, elevada a la condición de legalidad gracias a esa perversión que es el poder de los poderosos, el de los económicamente ricos.

Resulta espeluznante ver sus cuerpos asustados y lacerados por el sol, las olas, el calor, el frío, los tiburones. El pánico y el asombro, y el gesto de resignación en sus rostros que sólo tiene un nombre: Injusticia.

También estos días he escuchado a personas normales, trabajadoras, gente de la calle que correrían – sin duda – a auxiliar a hombres o mujeres mil veces menos agonizantes, hacer comentarios como “vienen a quitarnos nuestro trabajo”, “la mayoría son delincuentes”, “alguien tendrá que impedir que entren en nuestro país”. No soy mejor que ustedes. Seguro que tampoco mejor que ellos… mas no salgo de mi perplejidad, de mi estupor, de mi indignación. ¿Nuestro país? ¿Nuestro trabajo? ¿Delincuentes foráneos?…

¿Quién maneja el miedo con tan calculada exactitud? ¿Qué nos están haciendo? Es como si nos estuvieran horadando la cabeza con tanta inmundicia, con tantos miedos y desconfianzas. Basta ya. Todos los que salen de otros países son exiliados. Los exilia el miedo, la injusticia y la pobreza. Los exilia la negación de un derecho absolutamente innegable: vivir con dignidad.

Claro que seguirán viniendo. No importa cuántas vallas haya que saltar, ni cuántos mares haya que navegar. Es cuestión de tiempo. ¿Quién les va a decir que este país o cualquier otro es menos suyo que nuestro? ¿En nombre de qué carta de propiedad les podemos negar el derecho a la supervivencia?

Ya han visto la movida que se ha montado con el que quieran dar el voto a los inmigrantes…, ies que no es hora ya de que tengan derecho a opinar, a disentir o a elegir, seres humanos que se dejan aquí el sudor y la piel…

Como soy de los que piensan que el mestizaje solucionaría un montón de problemas, y que las razas puras no nos han dejado más que idiotas y delirios como el nazismo y otros, me encantaría saber qué podría yo hacer para que pudieran venir sin dejar tantos cadáveres en el trayecto.

Perros y negros. Negros y perros. Miles de perros abandonados, condenados a una muerte lenta. Miles de negros para los que las únicas puertas que se les abren son las de las cárceles. Los otros, los que llegan en yates de lujo, ésos ni son putos moros, ni negros de mierda, ni inmigrantes, sino invitados.

Piénsenlo, si quieren. Yo, al fin y al cabo, no entiendo mucho. Probablemente siga siendo un demagogo. El tonto radical que se quedó en la adolescencia.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es

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