Quince inmigrantes, nueve de ellos niños, mueren ante la costa de Almería

La Vanguardia, JOSÉ BEJARANO - Sevilla , 11-07-2008

La tragedia de una treintena de inmigrantes fallecidos en apenas tres días en las costas andaluzas es sólo comparable a la ocurrida en diciembre del 2003 frente a las playas de Rota (Cádiz), naufragio en el que murieron 27 marroquíes. Pero el infierno vivido esta vez por los 48 ocupantes de una zodiac rescatada ayer en Almería supera todo lo visto hasta ahora, porque tuvieron que arrojar por la borda los cuerpos sin vida de nueve niños que tenían entre uno y cuatro años. Los muertos ascienden a 15, entre ellos una mujer embarazada y los nueve menores, a los que hay que sumar los 14 que el mar engulló el lunes frente a la costa de Motril (Granada). Todos subsaharianos.

El drama de la inmigración suma y sigue. La lancha rescatada ayer partió de Alhucemas, como la que volcó el lunes en Motril, rumbo a España. Probablemente salieron a la vez porque un familiar alertó el lunes por teléfono de que la expedición la formaban dos embarcaciones y pidió que las labores de rescate no se limitaran a una. Tenía razón, porque a la segunda se le rompió el motor y quedó a la deriva durante cinco o seis días. Cuando fue hallada la noche del miércoles a 30 millas de la costa de Almería, lo que encontraron en su interior dejó sin habla de los agentes de la patrullera de la Guardia Civil: una mujer muerta y 33 supervivientes, varios en estado agónico. Los rescatados con vida son 19 hombres y 12 mujeres. Además, los agentes supieron pronto que en el viaje, los náufragos fueron sembrando el Mediterráneo de cuerpos de niños sin vida. Sólo uno de los diez pequeños que subieron a la patera ha logrado llegar vivo, aunque con quemaduras por el sol, deshidratado y con hipotermia grave. A los vivos los tuvieron que sacar en brazos. Cinco de ellos fueron hospitalizados muy graves.

La reconstrucción del viaje, a partir del relato de los supervivientes, estremece. Cuando el motor de la embarcación dejó de funcionar empezaron a llamar al teléfono de emergencias 112. El lunes, tercer día de viaje, se quedaron sin alimentos y sin agua. Los más débiles, los niños, fueron falleciendo uno a uno y sus cuerpos arrojados al mar por sus propios padres. También murieron cinco adultos, uno de los cuales, una mujer embarazada, quedó en el interior de la patera ante la falta de fuerzas de los demás para levantarlo y echarlo al agua. Finalmente, un velero les localizó y dio la voz de alarma por radio. Desfallecidos y sin esperanzas ya de ser rescatados, la noche del miércoles vieron incrédulos acercarse la patrullera Cabo de Gata de la Guardia Civil que les rescataría y prorrumpieron en gritos, llantos y rezos.

El coordinador de la Cruz Roja, Francisco Vicente, dijo que ha sido la peor experiencia de su vida. “Ha sido indescriptible y lamentable”, señaló. Presentan quemaduras “como para perder el conocimiento”. “No entiendo cómo han aguantado el viaje”, añadió. Mientras eran atendidos por los sanitarios, aún conmocionados, varios preguntaban por lo ocurrido y por la suerte de familiares que viajaban con ellos. Un buque de salvamento y un avión iniciaron ayer el rastreo de la zona en busca de los cuerpos arrojados al mar, aunque con pocas esperanzas de hallarlos.

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