¿Qué papeles llevaba tu abuelo cuando emigró a Cuba? Ninguno. Como mucho una carta de recomendación para que un pariente lejano lo colocase como chaval de los recados en un colmado. Y eran tiempos de emigración masiva a América. Europa, con una memoria débil e interesada, aprueba la normativa más dura para intentar combatir la inmigración ilegal que llega a nuestras ciudades. Se criticó a Berlusconi cuando quiso tipificar como delito entrar en Italia sin permiso, pero la UE, con la mejor compostura democrática, aprueba una directiva que autoriza a mantener hasta 18 meses recluidos a los indocumentados.

Como es una directiva los países miembros de la UE no están obligados a adaptar sus leyes. Es solo una recomendación. España no lo hará, según dijo ayer la vicepresidenta. No, porque nosotros, aunque nos acusen de ser una coladera de espaldas mojadas, vamos a seguir presumiendo de tener la legislación más progre del continente. Bueno, si no fuese por la nueva norma un poco menos, porque el Gobierno prepara una ley en la que va a aumentar de 40 a 60 los días de internamiento para ganar tiempo en los trámites de repatriación.

No es fácil de entender, salvo que sea producto de la ensalada en la que a veces nos enreda el buenismo de Zapatero. Si no se va aplicar, ¿para qué la apoyan los eurodiputados socialistas españoles? Al partido que respalda al Gobierno de España ¿le gusta o no le gusta que pueda haber personas recluidas durante 18 meses en centros de internamiento o en prisiones sin que intervenga un juez? Si esto es todo lo que se nos ocurre para poner orden y frenar los flujos migratorios es que Europa está tirando por la borda su reputación. Porque mientras no haya otras alternativas para las personas desesperadas seguirá produciéndose lo que alguien llamó la evacuación masiva de África. Y eso nos incumbe.