Urge una política común

El Mundo, JACQUES BARROT, 20-06-2008

Europa, inmersa en el torbellino de la globalización, se enfrenta a una amplificación de los flujos migratorios. Desde 2002, el territorio europeo viene acogiendo, cada año, entre 1,5 y dos millones de inmigrantes. Se trata de una oportunidad y un doble reto.


Una oportunidad, porque la inmigración es un elemento clave de la reactivación demográfica y de nuestro dinamismo económico. En 2060, la población activa europea disminuirá en 50 millones de personas, aún manteniéndose los flujos migratorios al nivel actual. Por lo tanto, necesitamos más que nunca una Europa abierta a la mano de obra y talento de la población inmigrante que llega legalmente.


Un doble reto: Europa debe impulsar el esfuerzo de integración de los inmigrantes legales y también mostrarse firme frente a la inmigración irregular, que desacredita la política de inmigración legal, debilita la cohesión social y conlleva el riesgo larvado de intolerables derivaciones xenófobas. Esta lucha contra la inmigración irregular, no obstante, debe siempre respetar la dignidad de las personas que, frente a la miseria o la persecución, huyan desesperadas de sus países de origen.


Europa no tiene otra opción que reforzar su política común de inmigración en base a dos imperativos: solidaridad y respeto de la persona. Tenemos que crear un marco común y mecanismos de cooperación eficaces que refuercen la confianza mutua entre los Estados miembros y susciten un espíritu de responsabilidad compartida. Debemos mejorar nuestra política común de visados, apostando por los avances tecnológicos (con bases de datos compartidas) y la biometría. Asimismo es preciso que estemos unidos para controlar las fronteras exteriores en un contexto en el que algunos miembros están más expuestos a los flujos clandestinos.


La acogida de los refugiados sigue siendo una prioridad. Resulta urgente mejorar las condiciones de acogida de los refugiados, ya que las normas por las que se rigen son mínimas y, a veces, muy insuficientes. Este imperativo del respeto de la persona debe orientar las medidas que Europa adopte contra la inmigración irregular. En la aplicación de la Directiva sobre el retorno, velaré por el estricto respeto de la Carta Europea de Derechos Fundamentales y el interés superior del menor.


No ignoro que la inmigración ilegal es la puerta abierta a los abusos y a nuevas formas de esclavitud intolerables. El recurso al trabajo clandestino merece castigo severo. El tráfico de seres humanos, tolerancia cero. Los Estados miembros tampoco pueden subestimar que determinadas regularizaciones masivas corren el riesgo de parecer un estímulo a la inmigración clandestina.


La gestión de flujos migratorios es para Europa una prueba de su capacidad para concebir, en palabras de Jean Monnet, «las formas de organización del mundo de mañana».


Jacques Barrot es vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Justicia y Seguridad.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)