Solaguren garantiza firmeza frente al "pulso" de los menores de Zabaltzen

Diario de noticias de Alava, txus díez, 15-06-2008

Los inmigrantes se amotinaron el viernes para protestar contra “un proyecto que les protege de sus propios actos”

vitoria. El centro de atención a menores inmigrantes Zabaltzen es, por una razón u otra, foco de atención constante. El pasado viernes, los menores allí acogidos se amotinaron y se negaron a entrar en la instalación del edificio de la Cruz Roja, argumentando que el nuevo equipo de educadores que empezó a trabajar el martes les maltrata, no les deja fumar en su interior y les obliga a acostarse a las diez.

La reacción de la diputada de Política Social, Covadonga Solaguren, no tardó ni un día en reaccionar a unas denuncias que según ella constituyen “un pulso” que los inmigrantes quieren echar al nuevo equipo, y que ya habían anunciado antes de su llegada.

“Ante una situación de riesgo para los menores, los educadores tienen la obligación de protegerles de sus propios actos impulsivos”, afirmó Solaguren, quien afirmó que “la Diputación alavesa no tiene miedo frente a los comportamientos” de los jóvenes acogidos en Zabaltzen, sujetos ahora a una vigilancia y control más estrictos.

“Ellos no pueden decidir qué hacer y qué no hacer, es necesario darles una educación, pero con un control constante”, y por ello “este proyecto se adapta mejor a las necesidades del centro”. Solaguren afirmó que “es contraproducente” hacerse eco de las denuncias de los menores, pues “los educadores tienen el perfil necesario para desarrollar su labor, lo cual no quita para que haya unas normas de comportamiento que hay que cumplir”, insistió.

El nuevo equipo llegó con la misión de “poner orden” en un centro que, al margen de la polémica sobre su ubicación, también tiene problemas internos. Solaguren insinuó que con el anterior equipo de educadores, más reducido, eran los inmigrantes quienes imponían sus normas de comportamiento.

Además, la diputada lamentó las denuncias de los jóvenes sobre las condiciones del centro, en el que al menos hasta hace unos meses algunos tenían que dormir en el suelo. Solaguren recordó que el espacio útil para los jóvenes se ha ampliado y que actualmente cuentan con 600 metros cuadrados de instalaciones.

Al parecer, la tensión era palpable desde que se conoció un cambio en el equipo de educadores, y desde el martes fue aumentando hasta el motín del viernes, que obligó a intervenir a la Policía Local vitoriana.

Los agentes mediaron y lograron que los jóvenes volvieran al centro, que la Diputación quiere trasladar al edificio de Molinuevo, en el barrio de la Coronación. Tanto una parte significativa de los vecinos como el PP se han opuesto tajantemente a esta ubicación, la enésima que han barajan las autoridades. En todo caso, Solaguren quiso ayer transmitir un mensaje “tranquilizador para no estigmatizar a los jóvenes inmigrantes”.

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