La minoría religiosa mayoritaria

Diario de Noticias, 08-06-2008

sudamérica sigue siendo el continente que más ciudadanos extranjeros aporta a Navarra, pero la mayoría es católica (y además muy devota). Escalando posiciones en la tabla están los marroquíes (6.162, según el último padrón) y también hay una importante presencia de argelinos. Esto convierte al islam en la minoría religiosa mayoritaria en la Comunidad Foral. Aunque no es fácil conocer con exactitud la cifra de musulmanes que residen en navarra (no todos los ciudadanos del norte de África y países árabes siguen a Mahoma y, sin embargo, el islam también esta presente entre ciudadanos de Senegal, Nigeria, Niger o Mali, y también de los Balcanes), los últimos estudios afirman que ronda las 10.000 personas.

El grueso de este colectivo ha fijado su residencia en la Ribera, ya que se dedica mayoritariamente a la agricultura. Sin embargo, las cosas están cambiando, según advierte Ali Hamza, representante de la comunidad islámica de Pamplona. “Cada vez se están acercando más a Pamplona y la Comarca ya que el trabajo en la industria es más estable que la agricultura, donde la mayoría son temporeros”, explica Hamza. En la capital navarra se concentran mayoritariamente en los barrios de San Jorge y la Rochapea y también hay un grupo muy numeroso en Burlada. Otros dos focos importantes de Navarra, tras Pamplona y la Ribera, son Alsasua e Irurtzun, donde también existen comunidades islámicas organizadas. En la primera, al igual que en Funes, Tudela, Pamplona y Fitero, se ha construido una mezquita (“todas legales y registradas en el Ministerio de Justicia”). Allí se imparten clases de árabe y religión islámica y se organizan seminarios, excursiones, actividades deportivas. “Cuando comenzamos, en la mezquita del barrio de Santa María la Real en 1997, venían 50 niños ahora se ha triplicado y no vienen más porque no tenemos espacio”, explica Hamza. En Pamplona, las clases se imparten en el nuevo centro de San Jorge, los domingos durante dos horas y media mientras que en Tudela, curiosamente, han sido los jesuitas quienes les han cedido las aulas de su colegio para que puedan estudiar el Corán. “Nos dejan que las utilicemos los fines de semana, pero es algo extraescolar”, precisa Abdelatif Chachai, conocido como Abdoul, miembro de la comundiad islámica de la capital ribera.

Así es como, hasta el día de hoy, se ha organizado este colectivo para transmitir y educar a sus hijos en la religión islámica. Pero no quieren quedarse encerrados en sí mismos, explica Hamza, y desea poder tener la opción de cursar su confesión en los centros educativos. “Sería un ejemplo práctica de la interculturalidad, que ahora está tan de moda”, sentencia.

multiculturalidad

Menos palabras y más hechos

En su opinión, a la sociedad y a los políticos se les llena la boca hablando de la multiculturalidad y la interculturalidad “pero luego lo básico no lo tenemos”. Para Hamza es contradictorio que exista una asignatura como Educación para la Ciudadanía en la que se estudian los derechos y la existencia de diferentes religiones y culturas, pero “luego vemos que hay discriminaciones”. Por ello, Hamza lanza varias cuestiones: “¿cómo quieren hacer una integración social basada en diferencias? ¿cómo podemos hacer en un país plural cosas singulares? ¿cómo convertirse en un país intercultural cuando una cultura domina?”

Para este argelino en el mundo hay dos políticas. “La canadiense, realmente multicultural, y la americana donde todo aquel que se sale de la línea es considerado de segunda”, apunta Hamza, que recuerda que su generación “no tiene voz porque no tenemos voto”, pero sus hijos sí la tendrán y se pregunta “¿a quién darán su apoyo? ¿a quién le ha discriminado? No lo creo”.

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