‘Niño estrella, padres sin papeles’. Así titula Libération la historia de uno de los actores de la película de Laurent Cantet que se llevó la Palma de oro en Cannes , ‘Entre les murs’. Francia tiene este tipo de contradicciones.

France Info daba ayer a conocer el caso de Boubakar, un chico de origen malí de 16 años cuya madre, Aïssata, no tiene la nacionalidad francesa, es decir, es una inmigrante ilegal que llegó a Francia justo antes de dar a luz. El chaval no fue regularizado sino que simplemente recibió la nacionalidad porque su padre nació en Malí antes de la independencia. Y cosas del destino. Aïssata tenía que asistir hoy a la comisaría para valorar su situación y decidir sobre su regularización. Ella tendrá suerte ya que los servicios sociales opinan que “toda la información que ha aportado es suficiente para regularizarla”. Dos contradicciones entre las paredes de un instituto, muchas más en todo el país.

Sin embargo, aún no se sabe nada de lo que le puede pasar a Agam, congolés de 17 años que llegó a Francia cuando tenía once y que, casualmente, también participó en el filme. Al ser menor de edad se salva por el momento, aunque no por mucho. En octubre cumple 18 y entonces tendrá que pasar el examen Sarkozy: demostrar que es tan francés como los franceses rubios y de ojos azules. Sus padres, al contrario que el caso de Boubakar, están a salvo. El padre consiguió un visado que le permite estar en Francia durante diez años y la madre lo renueva cada año sin problemas.

Nadie de la película parecía conocer la situación de estos dos jóvenes, pero esto no viene más que a confirmar que son muchos los inmigrantes ilegales que trabajan en Francia. Es el caso de los más de 600 sin papeles que comenzaron una huelga hace apenas un mes y que, al paralizar un número importante de negocios de restauración, consiguieron que al menos, se estudiara cada uno de sus expedientes tal y como informó Andrés Pérez, corresponsal de Público en París.

Ser actor, ¿la solución?

Hoy, según Le Monde , otras tres mujeres se han sumado a esta pequeña rebelión de ‘ilegales’. Mariam, Fanta y Sali empezaron una huelga promovida por la CGT pidiendo su “liberación” para poder seguir mandando dinero a sus familias en Senegal. Todos, por supuesto, pagan sus impuestos en cada nómina.

Pero ninguno lo tiene nada fácil teniendo en cuenta lo que piensa el presidente de la República en la que quieren vivir con todos los derechos. Sarkozy, tras una pérdida de popularidad jamás vista con anterioridad (quizá sólo Gordon Brown pueda superarle ), dijo en una entrevista televisada con motivo de su primer año al frente del Elíseo que esta gente no podía obtener la nacionalidad “sólo por trabajar en un pequeño restaurante” . Quizás un restaurante no vale. Aunque puede que, como Agam y Boubakar, sólo tengan que encontrar un papel en una película.