EL barrio de Palma – Palmilla se echó ayer a la calle para celebrar el Día Europeo del Vecino, acto que coincidía con el inicio del Festival de los Colores. Y de colores se llenó el Centro de Servicios Sociales del distrito de Palma – Palmilla. Un pasacalle de disfraces, payasos para entretener a los niños y diferentes actuaciones se juntaron en un solo día, en el que pequeños y mayores disfrutaron de la convivencia con sus vecinos.

Una de las asistentes, Caridad Aznar, de 49 años, destaca además de la diversión, el valor educativo de esta jornada intercultural: «Es una manera de inculcar valores a los más pequeños y que no se cree racismo», afirma, a la vez que insiste en que esta celebración se repita al menos cada año.

Otras actividades que acompañaron al evento fueron los talleres de tatuaje de henna o de trenzas, exposiciones y hasta una merienda en la que las diferentes culturas que conviven en el barrio mostraron lo mejor de su gastronomía. Los asistentes pudieron degustar platos de Ecuador, Rumanía, Senegal, Marruecos y España. Todo ello en una fiesta «muy malagueña», según el alcalde, que acudió a inaugurar el acto, ya que en la provincia «existe gran cultura de convivencia en la calle», afirmó, y más en estas fechas.

Hakima Soudani preparaba ilusionada los aperitivos momentos antes de que se produjera la degustación, mientras destacaba que «este es el futuro de España, la convivencia de personas muy diferentes, celebrando lo mismo». Este evento le parece «lo más maravilloso del mundo» a esta marroquí de 30 años, que aunque no vive en el barrio, trabaja en él. «La interculturalidad es muy bonita, aquí se vive a diario y como si fuéramos hermanos», añade.

También se entregaron los premios ‘Vecinos 2008’ a la comunidad de propietarios más implicada, al empresario comprometido con el barrio, a la asociación del distrito más activa y a la entidad malagueña que más trabaja con Palma – Palmilla.

El programa del Festival de los Colores se prolongará hasta el sábado con actividades culturales y deportivas. Pretende ser un escaparate que refleje hacia la ciudad otra realidad del distrito: el pluralismo que distingue a la barriada, en la que coexisten un número elevado de nacionalidades y culturas.