Un matadero como laboratorio de integración

Un convenio de Girona permite conciliar creencias religiosas y trabajo

Público, GUSTAVO FRANCO, 26-05-2008

Los horarios son un asunto especial en el matadero Escorxador de Girona. No sólo porque son los menos apetecidos del mercado laboral, pues la faena comienza a las 03:00 de la madrugada. La religión también puede determinar un día de fiesta o el descanso programado minuto a minuto. “Durante el Ramadán publicamos el horario de rezos y desayunos, que varía de un día a otro”, explica el imán Abdil Samad, mientras controla el sacrificio del ganado.

“Nos han malinterpretado por esto, dicen que aquí hay un trato especial con los musulmanes. Pero yo soy miembro de una cofradía de Girona y lo veo como algo normal”, afirma Josep Maria Puigvert, gerente del matadero que ha firmado el primer convenio colectivo en España para conciliar la diversidad cultural y religiosa en el puesto de trabajo.

El acuerdo firmado con el sindicato CCOO contempla integrar a los trabajadores extranjeros en una situación de igualdad, prevenir la segregación y el racismo, permitir la flexibilidad en los tiempos y calendarios de trabajo para facilitar la celebración de festividades religiosas o culturales. El texto fue impreso en árabe, francés, inglés, castellano y catalán.

Buenas prácticas

Escorxador de Girona es una sociedad limitada, participada por 80 socios del sector cárnico. Con las 600 terneras que sacrifica a la semana, según su administrador, representa uno de los volúmenes más elevados del sector. “Las buenas prácticas nos han permitido mejorar la productividad, pues ahora somos capaces de procesar más piezas en menos horas de trabajo”, añade. El convenio es la formalización de un trabajo perfeccionado durante dos años, en el que la realidad de una planta conformada por diez nacionalidades distintas, se impuso sobre los prejuicios.

Son 27 extranjeros de un total de 52 trabajadores, para quienes la formación permanente es clave para el rendimiento y se traduce en una oportunidad de futuro. Desde este matadero salen a otras empresas, que según Puigvert, han reconocido el carácter formativo de la fábrica ubicada en el polígono de Mas Xirgu de Girona. Algo muy valorado en un sector donde el 70% de trabajadores son inmigrantes.

Combinación de orígenes

¿Discriminación positiva? “Nada de eso. Seleccionamos al personal por su capacidad, no cualquier inmigrante puede trabajar aquí”, explica el gerente. Aunque los nuevos residentes sean la mayoría, procuran que nunca haya un colectivo mayoritario en las unidades de trabajo. Es una combinación imprevisible de personas provinientes de Nigeria, Gambia, Camerún, Colombia, Arabia Saudita o Marruecos. En la comarca del Gironés empresas como ésta podrían ser el laboratorio de la integración, ya que muchas funcionan con una ocupación de foráneos superior al 50%.

De la pala y el cemento al cuchillo y la sangre

Madi Feita fue hace dos meses víctima de la crisis de la construcción que ya ha empezado a hacer estragos entre la comunidad inmigrante. Feita emigró hace siete años de Mali, país agrícola de la región nororiental de África y uno de los más pobres del mundo. Allí más del 90% de la población es musulmana.

“Siempre había obras para trabajar, hasta que un día no hubo más faena”, explica Madi. Entonces consiguió una plaza en el matadero y la rudeza de paleta y el cemento pronto se transformó en destreza con el cuchillo. A pesar de llevar años en España, asegura: “es difícil encontrar un sitio donde no me sienta discriminado”. Su idioma es el francés y esto solía ser la principal causa de muchos conflictos. Pero en el matadero las temporadas bajas se compensan con la formación en los distintos puntos de la cadena. Así, todos son aptos para asumir cualquier función. Todos, sin excepción.

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