Las otras religiones

Las confesiones religiosas minoritarias reivindican sus derechos ante el Estado y lamentan la falta de colaboración por parte de las administraciones autonómicas y locales

El Correo, ISABEL URRUTIA |, 26-05-2008

En España, cada vez hay más Testigos de Jehová chinos y también evangélicos con acento latinoamericano. Y qué decir de los niños musulmanes de madre española y padre árabe. O budistas que estudiaron en un colegio de jesuitas; o curas españoles de la Iglesia ortodoxa que depende del Patriarcado de Serbia… Entre creyentes llegados del extranjero y conversos españoles, ya hay más de 3 millones de personas que profesan una religión distinta a la católica, es decir, el 7% de la población. Un porcentaje que no deja de crecer; sobre todo por lo que toca a los evangélicos, que aumentan a razón de unos 12.000 fieles al año.
Son cifras que dan que pensar; principalmente al Gobierno, que acaba de anunciar la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (1980) «para avanzar en la laicidad y garantizar la igualdad de las confesiones religiosas». Se pretende evitar que haya quienes juegan con ventaja, como es el caso de evangélicos, musulmanes y judíos. Son las únicas religiones que firmaron en 1992 los Acuerdos de Cooperación con el Gobierno socialista de Felipe González. Se conmemoraba el quinto centenario de la expulsión de judíos y musulmanes «y había interés en saldar una deuda histórica», subraya Jacobo Israel, presidente de la Federación de las Comunidades Israelitas. Los evangélicos se subieron al carro porque ya entonces eran una potencia espiritual de peso. Hoy por hoy rondan el millón y medio de creyentes en España, igual que los musulmanes.
Ahora bien, a la hora de la verdad, ¿hasta qué punto se cumplen los Acuerdos de Cooperación? ¿Por qué no se han suscrito con las demás religiones que ostentan el marchamo administrativo de ‘notorio arraigo’? Los Testigos de Jehová, mormones y budistas han alcanzado esa categoría, pues cumplen con los requisitos de número de fieles, implantación y representatividad social. ¿Cuándo llegará su turno? No se sabe. El inminente cambio de jefatura en la Dirección de Asuntos Religiosos, que depende del Ministerio de Justicia, deja todo en el aire. «Sólo sabemos que se buscan otras fórmulas, no habrá acuerdo puntuales sino ‘café para todos’», asegura Miguel Ángel Rodríguez, presidente de la Federación de Comunidades Budistas.
Sea como sea, los hay que recomiendan no lanzar las campanas al vuelo. Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Federación de Entidades Evangélicas, sabe muy bien lo que dice: «Todavía están por desarrollar muchos de nuestros derechos; tanto los fiscales como los de enseñanza en los colegios, la asistencia religiosa en los hospitales y en el Ejército, etcétera». Los obstáculos se multiplican y tienen que armarse de paciencia. «Estamos en manos de funcionarios penitenciarios, celadores de clínicas, consejerías de Educación, ayuntamientos, sindicatos, autoridades militares…», desgrana Riay Tatary, secretario general de la Comisión Islámica.
Por si fueran pocas las incertidumbres, la Seguridad Social también deja mucho que desear. Hasta el año pasado, los pastores evangélicos se veían obligados a hacer la declaración de la renta como si percibieran el salario mínimo interprofesional. En cuanto a los imanes, tienen que seguir cotizando exclusivamente con vistas a la jubilación o posibles accidentes laborales; se les priva del derecho a paro. «¡Hay tanto que hacer! A mí me hierve la sangre cuando pienso en los religiosos evangélicos sin pensión porque antes de 2001 no podían cotizar », se queja Blázquez.
La casilla de la X
No sólo el bienestar futuro se les presenta cuesta arriba; algunos también se hacen cruces al mirar hacia el pasado. «Nuestros muertos son muy importantes. Somos un pueblo que ha errado siempre por el mundo… Los cementerios juegan un papel fundamental para nosotros, allí tenemos nuestras raíces», explica Israel. Las dificultades para conseguir terreno público les ha llevado a conformarse con «la cesión de parcelas para los difuntos, nada más que eso». Todo en balde. «La Federación Española de Municipios y Provincias no nos hace caso». Lo mismo ocurre con el rancho en el Ejército: «Falta sensibilidad, no les importa que los judíos no podamos comer ciertos alimentos». El cerdo, la morcilla, los moluscos y el marisco, por ejemplo, están prohibidos en la dieta de los seguidores de Yahvé. Y las hamburguesas con queso.
A los fieles de Alá también se les atraganta el menú castrense cuando incluye cerdo o morcilla. Y, al igual que los judíos, carecen de asistencia religiosa cuando se encuentran en campaña. «Aunque el número de militares musulmanes cada vez sea mayor, las negociaciones están paralizadas», lamenta Tatary. Pero ellos no tiran la toalla. Así es como consiguen abrir camino y dar la campanada: el libro ‘Descubrir el Islam’, de la editorial católica SM, se convirtió hace dos años en el primer manual europeo de enseñanza islámica que se publicaba en la lengua propia del país y no en árabe.
Un hito pedagógico que se anunció a bombo y platillo y que, en la práctica, ha tenido muy poco eco. «La mayoría de las consejerías de Educación no se dan por aludidas, no informan… ¡Sólo tenemos 41 profesores para 119.000 alumnos de Primaria! Pero seguimos luchando. Es nuestra gran batalla, no queremos que las nuevas generaciones se sientan discriminadas. En 1996 ya empezamos a movernos: aquel año arrancó un curso piloto en Ceuta Y ahora, bueno, apenas tenemos 16 maestros en Andalucía, 10 en Ceuta, 11 en Melilla, 3 en Aragón y uno en Canarias». Nada que ver con la experiencia de los evangélicos, que cuentan con más de 145 profesores para unos 6.000 estudiantes. «Nosotros tenemos maestros de Religión desde principios de los 80, con el Gobierno de UCD. Eso sí, entonces no cobraban del Estado, lo hacían gratis», informa Blázquez.
Mientras unos y otros luchan por las clases de Religión, la comunidad judía se encoge de hombros: «No nos interesa, es labor de la familia y de nuestra escuela dominical», zanja Jacobo Israel. De la misma manera se desentienden de la casilla de la X en la declaración de la renta. «No queremos que la Administración nos tenga identificados por nuestro credo; nunca se sabe lo que puede pasar. Alemania era una democracia y mire lo que ocurrió ». Por contra, los evangélicos y musulmanes no tienen inconveniente en reclamar la recaudación de fondos a través de los impuestos de sus fieles. «Ya lo pedimos en 1992. Y seguimos a la expectativa, parece que estamos más cerca de que se nos conceda», se ilusiona Tatary.
¿Y las demás religiones de ‘notorio arraigo’? ¿Ya han levantado la voz? ¿Qué piden? ¿Qué les urge? «En ningún caso queremos subvenciones del Gobierno», advierten Aníbal Matos y Sergio Flores, portavoces de los Testigos de Jehová y de los mormones. Eso sí, no rechazan los beneficios sociales y fiscales que concede el Estado: los Testigos de Jehová valoran «muy positivamente» la inclusión de sus ministros de culto dentro del régimen general de la Seguridad Social; y los mormones no dudan en exigir «la desgravación de las donaciones que hacemos a nuestra Iglesia».
Los últimos en hacerse oír son los seguidores de Buda. Hace medio año que obtuvieron el rango de ‘notorio arraigo’ y se mantienen a la espera. «Queremos ser como los demás. Si unos tienen exenciones fiscales, profesores en las escuelas…, ¿por qué no vamos a tenerlos nosotros?», se pregunta Miguel Ángel Rodríguez. Tiempo al tiempo La pelota sigue en el tejado del Estado.

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