Del acoso a los inmigrantes

Deia, Francisco A. Laca Arocena, 18-05-2008

CUANDO en 2003 llegué de Donostia como profesor a una universidad mexicana, me sorprendió la creencia en bastantes de mis estudiantes de que los españoles somos racistas y no tratamos mejor a los latinoamericanos de lo que lo hacen los gringos. Es creciente la evidencia de que quienes veníamos sosteniendo que la española y la vasca no son sociedades xenófobas cada día perdemos argumentos.

Marzo 2008, en Errenteria, la Policía Municipal retiene a un joven mexicano que trabajaba como encuestador para el Gobierno vasco, pese a llevar toda su documentación en regla le obligaron a telefonear al trabajo para que respondieran por él. Una señora habría denunciado a la policía que aquel joven hacía preguntas. Los encuestadores, trabajen para el Gobierno vasco o chino, hacen preguntas y la gente es libre de contestarlas o no. Hasta donde sé, compañeros de este joven que no eran latinoamericanos nunca fueron molestados.
Abril 2008, en Pasaia, tres jóvenes latinoamericanos platicaban tranquilamente en una calle. Llega raudo un coche de la Policía a identificarlos. También estos jóvenes se encontraban con su documentación en regla. La explicación de la policía es la misma, una señora habría denunciado que había tres jóvenes latinoamericanos en la actitud tan sospechosa de estar platicando en una calle a la luz del día.

Como profesional de la Psicología podría decir mucho sobre las señoras de mediana edad que llaman a la policía cada vez que ven jóvenes inmigrantes. Pero una cosa me preocupa mucho más, la actitud de nuestra policía. Dudo mucho de que en los dos casos citados la policía hubiera movilizado coches patrulla si los jóvenes no hubieran sido descritos como inmigrantes suramericanos.

Eficacia de la denuncia anónima, acoso policial sistemático contra un colectivo y los jueces de vacaciones, son tres condiciones necesarias para la construcción de una sociedad fascista. España está en ello y Euskadi parece que en esto no quiere ser diferente a Madrid. Nos corresponde a algunos españoles y vascos preguntarnos: ¿qué vamos a hacer? Porque algo habrá que hacer.

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