Las medidas de seguridad que planea Berlusconi

Miedo a rumanos y gitanos

Italia airea su incomodidad con una inmigración de la propia UE

La Vanguardia, MARÍA-PAZ LÓPEZ - Roma. Corresponsal , 16-05-2008

En el país de la Cosa Nostra, la Camorra, y la ´Ndrangheta, donde las mafias del crimen organizado manejan un volumen de negocios de casi cien mil millones de euros al año y atenazan a sus territorios con muertes y extorsión, los inmigrantes clandestinos y los extranjeros de determinadas etnias parecen haberse convertido de pronto en la peor amenaza para la seguridad ciudadana de los italianos.

Los más malparados por esta percepción – que se ha traducido ya en hechos como los incendios de campamentos desalojados por gitanos en Nápoles-, tras trascender el intento de secuestro de un bebé por una gitana, son los naturales de Rumanía, a quienes los italianos asocian a delincuencia y peligrosidad, y que han sido protagonistas de recientes violaciones y asesinatos que han disparado la alarma social.- Como su perfil encaja a las claras en algunas disposiciones del paquete de medidas sobre seguridad que el nuevo Gobierno de centroderecha de Silvio Berlusconi quiere aprobar la semana próxima, ayer por la tarde visitó Roma el ministro del Interior rumano, Cristian David, con la voluntad de pactar estrategias para regular los flujos migratorios entre ambos países, y para combatir el crimen perpetrado por mano rumana en Italia.

Tras entrevistarse con David, el ministro italiano del Interior, Roberto Maroni – un hueso duro de roer en materia de seguridad ciudadana-, se mostró inusitadamente conciliador, tratando de minimizar el vínculo rumano-delito que tanto se oye en la opinión pública. “No hay una emergencia rumana en Italia, se trata de una comunidad bien integrada, cuya imagen ha sido dañada por episodios aislados, y las relaciones entre los dos países son óptimas – razonó Maroni-. Hay un problema de seguridad con los extranjeros que delinquen, independientemente de sus países de origen. Si quien delinque es extranjero, será expulsado”. Luego negó que fueran a producirse “expulsiones en masa”.

Precisamente en la madrugada de ayer, la policía italiana, con la colaboración de la policía rumana, concluyó en nueve regiones una vasta redada contra el crimen y la inmigración clandestina iniciada hace una semana, que condujo a casi 400 detenciones y a decenas de expulsiones fulminantes (recuérdese que la ley vigente ya prevé la expulsión de extranjeros indocumentados que delinquen). Entre los detenidos figuran italianos y extranjeros de diversas nacionalidades (marroquíes, rumanos, tunecinos, nigerianos, egipcios, serbios y albaneses, entre otros) que se dedicaban al tráfico de drogas y al negocio de la inmigración ilegal, a robar en atracos por la calle o en asaltos a domicilios, o a la explotación de prostitutas.

Aunque de los exactamente 268 extranjeros detenidos, sólo 32 son rumanos, la mera coincidencia temporal con la llegada del ministro rumano dice mucho del clima que está generándose en este país. Según un sondeo del instituto IPR Marketing para el diario La Repubblica,más del 70% de los italianos considera una prioridad afrontar el problema de los gitanos y de los inmigrantes extracomunitarios. “La gente quiere seguridad y tenemos que dársela”, dijo el líder de la federalderechista Liga Norte, Umberto Bossi, alabando la operación policial. La Liga Norte, que forma parte de la coalición de Berlusconi, siente obsesión por la seguridad ciudadana, y por eso ha exigido que uno de los suyos, Roberto Maroni, sea el ministro del Interior.

La inquina hacia los rumanos que va creciendo en Italia se reparte entre dos grupos humanos de igual pasaporte pero distinta casuística: rumanos a secas y gitanos (aquí se les llama rom)originarios de Rumanía. De los primeros se estima que hay en Italia unos 195.000 en situación ilegal (frente al medio millón largo con los papeles en regla), y de los segundos, unos 42.000 (véase el gráfico). En total, la presencia rumana se sitúa en torno a 750.000 personas, aunque algunas fuentes la elevan a casi un millón de almas, que son percibidas por los italianos como un gran peligro. De hecho, el gran desencuentro diplomático entre Italia y Rumanía se produjo el pasado otoño, tras la violación y asesinato en Roma de una italiana, Giovanna Reggiani, a manos de un gitano rumano, Nicolae Romulus Mailat. El entonces gobierno de centroizquierda de Romano Prodi impulsó un decreto ley ad hoc sobre comunitarios que cometan delitos, claramente pensado para los rumanos, pues Rumanía había entrado a formar parte de la Unión Europea en enero del 2007. En aquella ocasión ya saltaron chispas entre Roma y Bucarest, y el texto prodiano quedó en agua de borrajas debido también al rechazo del ala más izquierdista de la coalición.

En las tres últimas semanas se han producido dos sucesos protagonizados por agresores rumanos en situación ilegal que han impactado a la opinión pública: el asesinato de un matrimonio en Verona por un joven al que el marido exigía favores sexuales, y la violación y apuñalamiento de una estudiante africana en Roma.

“Nadie niega la tasa relativamente alta de criminalidad rumana en Italia, pero debemos ser conscientes de que esos delincuentes no representan más del 1% de toda la comunidad rumana en Italia”, alertó desde Bucarest el subsecretario para Rumanos en el Mundo, Mihai Gheorghiu. El político rumano achacó a los medios de comunicación y a “declaraciones a veces irresponsables por parte de políticos” el actual rechazo de la sociedad italiana a los rumanos en general.

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