Botellas y navajas

Deia, Xabi Larrañaga, 13-05-2008

EL domingo hubo batalla en un bar latino, cerca de la plaza de toros. Al parecer bailaron navajas y botellas entre gente de origen hispanoamericano y magrebí, y la pelea acabó con tres detenidos, seis heridos y dos huidos. Sucedió al mediodía, cuando otros hispanoamericanos van a misa y otros magreb�es juegan al fútbol. Resulta absurdo endosar a un gentilicio los desmanes personales. Ahora bien, choca la postura contraria de quien por desmentir la realidad se empeña en blanquearla a fin de oscurecerla. Así no hay quien la analice. Y la realidad es que muchos bilbainos, también los de origen hispanoamericano y magrebí, están hartos del follón etílico de algunos hispanoamericanos y de la mano larga de algunos magrebíes. Todo sujeto alberga un bicho xen�fobo y conviene aplacarlo, pero habrá que estudiar la causa de ese hartazgo ante la conducta de, en concreto, algunos sudacas y moros. Porque as� lo cuentan, no hablan ni de chinos ni de negros. Al ocultar su procedencia en los medios quizás no llegue al cerebro de los lectores y televidentes, pero seguir� punzante en los ojos y las tripas de los testigos, que ya son, repito, muchos. Es indiscutible la buena voluntad de quienes tratan de abortar cualquier brote de racismo aun a costa del silencio. No obstante dudo de su eficacia. Pues a menudo esa intención humanista deriva en cabreo vecinal e hipocresía institucional. Ocurre con los gitanos, que en la pantalla s�lo se citan como tales cuando son cantantes de éxito o excepcionales licenciadas y en la calle, sin embargo, son calificados siempre como miembros de su etnia. Y de ese modo arbitrario actúan incluso los servicios sociales, que en público los señaalan como individuos y en privado, a la hora de solucionar sus problemas, se dirigen a las asociaciones étnicas que los representan. �No ser� mejor encarar la realidad tal cual es?

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