Inmigrantes que contratan

Algunos han conocido la explotación laboral, y todos saben lo que es trabajar duro. Hoy son sus propios dueños, y además han generado puestos de trabajo, también para españoles. Se sienten cómodos aquí

Diario Sur, TEXTO: GEMA MARTÍNEZ / FOTOS: SALVADOR SALAS / MÁLAGA, 11-05-2008

CUALQUIER tiempo pasado fue peor o, al menos, algunos de los momentos vividos, especialmente en los inicios, cuando desconocían la lengua y las costumbres y tenían que echar muchas horas para sacar adelante un proyecto migratorio cuya evolución no tenían nada clara. Hoy, después de años de tesón, pueden decir que son empresarios; que nadie dice lo que deben hacer y que además dan trabajo, algunos hasta a españoles.

Julien Bolou jamás lo hubiera pensado. En Costa de Marfil era marinero. En un barco llegó a Valencia y allí se quedó. Luego, alguien de Cruz Roja le dijo que en el sur se vivía mejor. No duda cuando afirma que aquí la gente es más abierta, y mucho más los coínos. Hoy Bolou es empresario, su mujer es malagueña, tiene casa propia, aunque como ocurre casi siempre, sigue siendo del banco hasta que la hipoteca muera.

También ha echado aquí sus raíces Angélica Fontana, que asegura que si tuviera que dejar Málaga sentiría el mismo desarraigo que cuando partió de Córdoba (Argentina), para trabajar en una fábrica de helados alemana de la que la echaron cuando se quedó embarazada. Hoy en Málaga hay cerca de 4.193 argentinos afilados a la Seguridad Social, siendo ya la segunda nacionalidad en número, sólo adelantada por Marruecos. Ellos, a diferencia de los norteafricanos, optan en mayor medida por el régimen de autónomos y por la creación de sus propios negocios.

Le ocurre igual a la comunidad china, cuyos ciudadanos generalmente ven un futuro sobre el que tomar sus propias decisiones. Así de claro lo tenía Guo Guang Zheng cuando trabajaba más de diez horas como cocinero de un restaurante en Holanda. Ahora tiene cinco establecimientos en puntos estratégicos de la provincia, y con la mirada puesta en abrir un nuevo local en la Ciudad de la Justicia. Este hombre, de 54 años y padre de dos hijos que nacieron en Málaga, da trabajo a medio centenar de personas.

Carole Ngo Ndoum no tiene aún empleados, pero es que acaba de empezar con una peluquería que ha montado junto a una socia malagueña. Joven, madre de un hijo y emprendedora, ha preferido arriesgar y convertirse pronto en empresaria y en su propia jefa. Atrás quedan los cinco meses en los que las dificultades para conseguir una oferta de trabajo le impidieron despegar.

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