Paraguas

El Periodico, ARTURO San Agustín, 11-05-2008

El negocio basado en la necesidad inmediata suele nutrirse de la inmigración ilegal y de los turistas no previsores, que ya somos todos. Así están las cosas turísticas desde que viajamos tanto y las mafias apuestan por la inmigración ilegal.
De modo que, más allá de la lata de cerveza, si Barcelona, como otras ciudades turísticas, amanece soleada, los inmigrantes esclavos aguardan a la salida del Museu Picasso o junto a la Pedrera y ofrecen sombreros, gafas de sol e incluso ventiladores portátiles. Y, si una hora más tarde, el cielo se nubla y llega la lluvia, esos mismos inmigrantes esclavos – – qué agilidad comercial – – han abandonado ya las gafas de sol, los sombreros y los ventiladores portátiles y se acercan a los rebaños de turistas ofreciéndoles paraguas plegables o impermeables.
Detrás de todo este negocio oscuro, rentable e implacable, en el que la palabra impuesto quizá se desconoce, yo siempre me imagino a algún malvado de tebeo. Gordo, por supuesto, y no muy alto. Y luciendo en el dedo meñique de la mano izquierda algún anillo caro. O alto y delgado como aquel Fu Manchú, que odiaba a Occidente, quizá con razón.
Llegaron las lluvias. Llegaron y, desde el viernes, en muchas de las calles de Barcelona se pueden observar los restos de algo que fue un paraguas plegable. Diez tristes cadáveres de paraguas plegables conté el viernes en la Diagonal en solo siete minutos. Así es el consumo.
Sepan, pues, los empleados de la limpieza pública, que a las latas de cerveza y las botellas de licor vacías, con las que Barcelona amanece desde hace ya varios años, ahora, si el tiempo es lluvioso, habrán de añadir los restos de paraguas plegables, que turistas y quizá aborígenes nos sacamos de encima en cuanto cesa la lluvia.
El paraguas plegable que ofrecen los inmigrantes esclavos es un paraguas concebido para que dure solo un rato: media hora. Como el matrimonio actual. Mejor dicho: dura un rato si a la lluvia no se une el viento. Con lluvia y viento ese paraguas se rompe antes de que lo abras. Y si dura más tampoco llega al hotel. El precio permite tirarlo al suelo.

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