Cuando Blasco se empeña

Las Provincias, F. P. PUCHE, 11-05-2008

Si vols ser Papa, posat – ho en el cap…

El viejo refrán valenciano me ha salido al paso al ver la fotografía del conseller Rafael Blasco sentado frente al ministro Celestino Corbacho.

El más veterano de nuestros políticos, el conseller que ya lo era cuando Lerma formó su primer Gobierno, sigue fiel a sus tradiciones: soluciones sencillas para empeños difíciles. Y ahí está, de una a otra misión imposible, con la gracia de encontrar soluciones imaginativas y, por encima de todo, lo que más cuenta: una presencia continuada en los telediarios.

¿Inmigración le has dicho? Pues ahí lo tenemos, en el ojo del huracán: en el momento más intenso y delicado, cuando el ministro inmigrante de Hospitalet ha llegado al poder para organizar el dramático fin de etapa de miles y miles de inmigrantes, Blasco ha asumido la idea de ese contrato de integración que España acogió con escepticismo cuando Rajoy lo propuso sin dar detalles, y lo ha puesto en circulación.

Se lo he oído decir más de una vez a Blasco, que ha resuelto crucigramas imposibles de Lerma, Zaplana y Camps: la política consiste en ganarle el saque al adversario. Eso es lo que Esperanza Aguirre dice que el PP está haciendo mal, lo que ella quiere que se ponga a debate: por qué diantres siempre lleva la iniciativa del partido el PSOE. Por qué es ahora cuando el PSOE habla de reformar la Constitución, por qué esa manta tapa ahora todos los mazazos económicos que están cayendo y consiguen que Rajoy, definitivamente, no sepa ya a qué periódico de Madrid quedarse.

Por más que busco y rebusco, me parece que Rafael Blasco no ha dado a conocer el texto articulado de su proyecto de ley. Pero es que él tiene experiencia y si lo tiene redactado no lo da a conocer: prefiere que sea la opinión pública quien se lo haga a través del debate. Porque lo inteligente es dejar que los diarios y las instituciones den ideas frescas de las que tu tomarás nota para hacer al final un papel de consenso, tan oportunista como un traje a la medida. Es así como están gobernando los listos del mundo, no crean. Es así como nos gobierna Rodríguez Zapatero: prêt – à – porter con tallas adaptables al cliente.

La vicepresidenta De la Vega echó pestes del invento del contrato de integración y la conferencia episcopal también. Blasco lo tuvo claro: ¿Los dos polos echan chispas? Pues vamos muy bien. Semana y media después, ya está en la onda Cáritas, que es la Iglesia pero no es lo mismo que los obispos, y el conseller tiene foto con ese ministro que en el programa “Polonia” pintan de charnego y españolista.

No hay nada decidido, naturalmente, pero van a hablarlo. Entre otras razones porque la que se les viene encima a los dos, la tarea de asumir medio millón de parados nuevos y de facilitar el retorno, con el compromiso firmado de no regresar a España, de dos o trescientos mil, va a necesitar el concurso de todos los brazos, de toda la imaginación y toda la sensibilidad que pueda quedar en España, contando desde luego con unas autonomías llamadas a colaborar en la amarga tarea. Lo que está por venir es muy duro; y yo lo deduzco, precisamente, de esa foto que se han hecho dos responsables del ámbito de la inmigración que están más en sintonía que enfrentados.

¿Qué contiene el famoso contrato de integración de Rafael Blasco ? No se sabe. Pero no hace la más mínima falta. Si se adapta a la Constitución, y desde luego se adapta, ¿qué más nos da? El caso es que la política del siglo XXI radica en eso: en que aún haya quien esté preguntándose si Blasco o González Pons estaban a favor o en contra del urbanismo desmedido del periodo 2004 – 2006. Maleables, versátiles, adaptadizos, encantadores, edulcorantes, sonrientes, inefables, serenos, animosos e inexcrutables. Blasco, González Pons, Corbacho… Un día tengo que hablar de José Solís Ruiz, el mejor saludador de obreros.

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