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La UE, traspiés y blindaje

La Voz de Galicia, 11-05-2008

En tiempos de bonanza, económica, claro está, aquí paz y después gloria. En tiempos de crisis, sobre todo cuando esta no es negada y sí manifiesta, el secretismo, las políticas falsamente adjetivadas de comunes, las derivas y un pequeño cúmulo de despropósitos varios acuden solícitos a escena. Y esto es lo que está ocurriendo con el borrador de la directiva de retorno de inmigrantes. O, lo que es lo mismo: Europa está exhausta y ya no quiere a esos inmigrantes – trabajadores sin papeles, ilegales, sí, pero que hasta hace bien poco a nadie importaba, máxime para ser contratados por empresarios con pocos escrúpulos y particulares en personal doméstico. Y es que en tiempos de opulencias varias no hay quejas; por el contrario, en tiempos de crisis y máxime cuando no se sabe aún el fondo de la fosa, ni tampoco el bravo oleaje, se empieza a soltar lastre.

El error es que para hacerlo se borra de un plumazo todo sentido común y las bases mismas de lo que hasta ahora hemos entendido por Estado de derecho. Asusta, y mucho, que se hable de retención y de detención administrativa de seres humanos, aberración jurídica sin igual. ¿Qué es retención o internamiento en centros? Ambigüedad gratuita, pero también perversa. Europa sabe mucho de campos y centros de internamiento, de humillación y barbarie. Se señalan períodos de detención, también retención, de seis a doce meses, incluso de hasta dieciocho meses. Algunos se escandalizaban en el pasado de las leyes penales en blanco. Ahora parece que los epígonos de Bruselas desandan el camino que los valores y las libertades públicas han alfombrado en las últimas cinco décadas.

La crisis no la deben pagar los eslabones más débiles, y menos si los errores no le son imputables a ellos sino a los propios europeos, que no han cesado en exigir más mano de obra, no cualificada, de otros países. Se habla de ocho millones de trabajadores ilegales. Al menos les llaman trabajadores.

Buscar soluciones y remedios no puede trastocarse en remedos o ocurrencias absurdas e ilegales, manifiestamente ilegítimas. Tiempos aciagos. Europa se ha dormido sobre su soberbio regazo. Ya no se adoptan decisiones comunes, sino las que satisfacen a los dos o tres que realmente tratan de mandar en un colectivo que simplemente ha perdido buena parte de su encanto.

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