Blasco enreda (a Camps)

El País, MANUEL PERIS, 06-05-2008

“Amigo Blasco, con la Iglesia hemos topado”. ¿Quién lo iba a decir? Pero sí. El caballero Francisco Camps, gran príncipe de la cristiandad del siglo XXI y excelso presidente de la Comunidad Valenciana, la reserva espiritual de occidente, ha venido a chocar con la doctrina de la Iglesia en materia de emigración, merced al exceso de ingenio de Rafael Blasco, consejero de Inmigración y Ciudadanía. Blasco anunció la semana pasada que el Gobierno de Francisco Camps preparaba una ley para que los inmigrantes no comunitarios suscriban un documento por el que se comprometen a respetar “las leyes, los principios y las costumbres españolas y valencianas”. La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, no se anduvo por las ramas en la réplica: “En España el cumplimiento de la ley no es negociable y por lo tanto no puede ser objeto de contrato”. A partir de ahí se sucedieron las respuestas por parte de las asociaciones de inmigrantes, partidos de la oposición, sindicatos y gentes de bien. De momento, todo formaba parte de un guión previsto por el sempiterno conseller y sus aprendices de brujo. A un profesional del poder como Blasco, que ha recorrido todo el arco político desde la extrema izquierda a la derecha pura y dura y que ha ocupado casi todas las carteras, lo que menos le importaba en esta historia era la cuestión de la inmigración. El objetivo del escudero Blasco en este asunto ha sido colocar de nuevo al caballero Camps como adalid de la derecha en medio de la batalla interna que se libra en el PP. La letra de esta copla va de inmigrantes, como la de hace unas semanas iba del agua, pero la música es siempre la misma: mientras Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre se pelean, Francisco Camps es el quijote del PP que reivindica el programa de su partido frente a los malandrines de los socialistas y el rufián de Zapatero.

Pero, hete aquí (siempre hay un hete aquí en las andanzas de caballería) que el responsable de Migraciones de la Conferencia Episcopal y obispo de Sigüenza – Guadalajara, monseñor José Sánchez, salía el viernes a la palestra para criticar el contrato que impulsa Camps y asegurar que no cree que el “compromiso de integración” anunciado por la Generalitat esté pensado “principalmente” en el bien del inmigrante “sino en la garantía de nuestros derechos e intereses”. Un pecado venial del que, sin duda, su cardenal arzobispo de cabecera, Agustín García – Gasco, le absolverá sin necesidad de que tenga que manifestar públicamente su arrepentimiento.

Si embargo, quien ni olvida ni perdona es Esperanza Aguirre, que aprovechó una entrevista en la SER para desmarcarse, diciendo lo mismo que Fernández de la Vega: “El compromiso que tienen que asumir los que viene de fuera es el mismo que los de aquí; cumplir las leyes”. Y a la pregunta de si ve a Camps como un posible candidato a la presidencia del PP a largo plazo, Aguirre no solo dijo que sí, sino que añadió que “sería excelente”. Respuesta que implica mucho: el congreso del PP se cierra en falso; Rajoy es un presidente de tránsito; ella y el destapado Camps son ¡ya! los candidatos a la sucesión.

Así las cosas es posible que el caballero Camps, tras este lance del que ha salido un tanto trasquilado, recuerde el consejo cervantino según el cual “las esperanzas dudosas han de hacer a los hombres atrevidos, pero no temerarios”.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)