Inmigrantes de ida y vuelta

Unió de Pagesos selecciona en Mauritania a 40 agricultores para trabajar durante tres meses en Lleida

La Vanguardia, CARLA FIBLA - Nuakchot. Enviada especial , 30-04-2008

“Quiero trabajar en España, y luego regresar para poder volver cada año”, dice uno de los elegidos
El Hoch Uld Abdy, de 29 años, casado y padre de un niño, es uno de los cuarenta afortunados que ayer fueronseleccionado de entre 160 candidatos para trabajar durante tres meses – a partir del 1 de julio- en Lleida. “Estoy muy contento, feliz. Quiero ir a España a trabajar para ayudar a mi familia, y luego regresar para poder volver cada año”, explica emocionado El Hoch después de la tensión de la espera.

En una amplia sala del Centro de Formación y Perfeccionamiento Profesional, a las afueras de la capital mauritana, Joan Josep Vergé, de Unió de Pagesos, dirige la selección junto a otros dos colaboradores mientras varios representantes del Gobierno de Mauritania supervisan el procedimiento. Los 150 hombres de entre 25 y 35 años que ayer contenían los nervios fueron preseleccionados de entre más de 1.600 solicitudes presentadas en la Agencia Nacional de Promoción del Empleo de Jóvenes (Anapej). “Al principio nos molestó que sólo hubiera contratos para cuarenta personas, pero entendemos que es un programa piloto y hemos sensibilizado a los candidatos, incluso a través de la televisión, para que sean conscientes de que los seleccionados serán nuestros embajadores para futuros acuerdos de contratación”, declaró a La Vanguardia Sidi Mohamed Uld Cheij, responsable de la Dirección de Formación Técnica y Profesional del Ministerio de Trabajo mauritano.

Uld Cheij tuvo que esforzarse para entender los criterios por los que Vergé decidía en apenas unos segundos quién tendría la oportunidad de demostrar que trabajará de forma responsable y quién no. “Tenemos 12 años de experiencia. Cuando ves a una persona por primera vez te transmite unas sensaciones que no vuelven a repetirse. Intento orientarme por esa percepción y les digo que tienen o no contrato”, comenta Verge, quien tras haber escrutado los rostros de 50 candidatos se tomó un pequeño descanso para “buscar energías positivas”.

Cuando le tocó el turno a El Hoch, este siguió las instrucciones casi sin levantar la cabeza. Se sentó en una de las tres sillas hasta que Vergé levantó la mano y le hizo una señal para que se acercara. Entregó su ficha junto con el carnet de identidad, señaló en un mapa de Mauritania el lugar donde nació y aguantó la profunda mirada de Vergé en lo que parecía el momento crucial de la decisión. Todo pasa en segundos, no se puede dudar. Vergé observa la postura completamente erguida de El Hoch y relee los datos personales. Coge el bolígrafo y escribe en la ficha “Sí” junto al número de registro. Le comunica que ha sido aceptado y le indica que se espere a un lado.

La inexpresión de Vergé hace dudar por unos instantes a El Hoch, que algo temeroso toma asiento en el lado de los aceptados sin atreverse a sonreír. Poco después Mónica, del equipo de Unió de Pagesos, le pone delante el contrato, le pide que lea las condiciones y que lo firme si está de acuerdo. “Sí, sí, estoy de acuerdo”, le dice El Hoch. “Muy bien, pero tienes que leerlo, si no entiendes algo, me lo preguntas y luego lo firmas”. El Hoch pone su nombre y apellido, lee las condiciones laborales (40 horas semanales a 5,56 euros la hora) sin detenerse, y firma.

Al levantarse e ir hacia la salida empieza a sonreír. “Voy a mandar dinero a mi familia. En Mauritania no hay trabajo, conozco el campo, mi familia siempre ha cultivado”, explica El Hoch, poco antes de recibir satisfecho las primeras felicitaciones entre los gritos de alegría de algunas mujeres envueltas en coloridas túnicas.

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