Catalunya impondrá un cupo de inmigrantes por centro escolar

El anteproyecto de Ley de Educación no abrirá la gestión privada a los institutos públicos

Público, LEA DEL POZO - Barcelona, 29-04-2008

Victoria de lo público sobre lo privado o, al menos, así lo manifestaron los sindicatos y los partidos políticos que conforman el tripartito catalán después de que se presentara, en rueda de prensa, el anteproyecto de Ley de Educación de Catalunya (LEC).

El conseller d’Educació, Ernest Maragall, anunció que la Generalitat limitará el número de inmigrantes en los centros educativos por zonas para evitar los guetos. Educación prevé que los centros con menos inmigrantes aumenten su cuota de alumnos en un 10%, para así dar cabida a los chicos llegados del extranjero. La realidad actual es que los institutos públicos asumen un 80% de los inmigrantes, frente al 20% de los centros concertados.
Más autonomía

El Govern también se posicionó sobre un tema muy reivindicado en la huelga del 14 de febrero y, por fin, hubo veredicto: la Generalitat no abrirá los centros públicos a la gestión privada. Para CC OO este punto deja claro que “la huelga de la enseñanza del 14 empieza a dar sus frutos”. Aunque lo cierto es que el Govern se reserva la posibilidad de crear consorcios que gestionen los centros públicos.

Otra de las novedades es que Educación otorgará más autonomía a los centros escolares, de manera que podrán elegir profesorado, contenidos lectivos propios y director. Sobre este punto, el sindicato de profesores, Ustec, se mostró en contra, ya que afirma que puede ir en detrimento de las condiciones laborales del profesorado.
De los 3 a los 16 años

En la obligatoriedad de la educación también habrá cambios. Los alumnos empezarán a ir al colegio a los tres años y acabarán a los 16. Además, en los estudios post obligatorios el Govern incrementará las becas por méritos y las becas salario.

En el terreno de la financiación, la Generalitat se ha comprometido a aumentar los recursos de la educación general hasta alcanzar, al menos, la media de inversión de los países europeos.
El reto de hacerse entender

Joaquín Roldán es esa clase de profesor que, a pesar de los años transcurridos, sabe adaptarse a las circunstancias. Es director del instituto Margarida Xirgu, un centro con más del 50% del alumnado inmigrante. Pero Joaquín continúa sonriendo, incluso cuando habla sobre la escasez de recursos que padece a diario el profesorado.

Urdu, mandarín, árabe, amazigh… y sólo dos educadores para las aulas de acogida. “La ley es contradictoria. Dice que por cada 12 alumnos debe haber un profesor, pero que no puede haber más de dos profesores por centro”, afirma Roldán. La realidad impera. En las aulas hay niños que se sientan pero no entienden. Que oyen pero no escuchan.

“No hay plazas para tantos niños en las aulas de acogida y los latinos muchas veces ya ni pasan por ellas”, así que directamente van a la clase sin saber catalán. Por ello, a menudo los enseñantes optan por dar la lección en castellano. “No tenemos recursos extras. Los alumnos están muy pocas horas en las aulas de acogida. Los sudamericanos tienen una lengua de supervivencia [aunque no hablan catalán] pero los pakistaníes, por ejemplo, no rascan bola”, explica Ignasi Llompart, director del instituto Pablo Picasso de Barcelona.

‘Profes’ asfixiados

Los profesores de los institutos públicos hablan con resignación de su situación, como si tuvieran ya muy poca esperanza en un cambio. España es el segundo país de la Unión Europea con más personas de 18 a 24 años que no han acabado la enseñanza secundaria y no siguen ningún tipo de formación. “La cuestión es la acogida, no se puede decir que las escuelas concertadas hagan nada ilegal, pero todo el mundo sospecha que no hacen la acogida bien y, claro, los alumnos inmigrantes acaban en la pública”, afirma Llompart.

Para María Massip, investigadora en el Instituto de ciencias de la Educación, en la UAB, el problema es que se haya potenciado un sistema de educación dual (pública/concertada ) y que “por muy poco dinero te puedas pagar la segregación”. De ahí, explica, que en seguida se llenen las plazas de los colegios concertados. En cambio, en el instituto siempre hay plazas para “cuando llega un inmigrante”.

“¿De qué color es el tomate”, dice una profesora del aula de acogida. “Rubio”, gritan dos niños al unísono. En catalán la palabra “rubio” y el color “rosa” sólo se diferencian por la ese sorda y sonora. A los chicos se les olvida ese detalle. “No, el tomate es rosa, no rubio”. Roldán se ríe. Y juega a buscar de qué nacionalidad es cada uno.

“Perdón, perdón por la interrupción”. El profesor, Manuel, para la clase. Cuenta, algo resignado, que de los 25 alumnos que hay en el aula, sólo siete son de origen español. “Si al menos tuviéramos 12 alumnos por clase, pero así es imposible”. Los niveles son muy distintos en función del país de origen y del idioma. Además, los alumnos no siempre llegan al inicio del curso, lo que complica las cosas.

Al preguntarles qué están estudiando, los alumnos de la primera fila responden: “La Edad Media y eso”. Manuel les corrige, es un comentario seco, casi para sus adentros : “Lo que podemos, lo que podemos.”

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