La gestión de Corbacho

La Vanguardia, , 21-04-2008

CÉSAR ROMERO GARCÍA – Esplugues de Llobregat
Ayer leí en este diario las medidas que Celestino Corbacho acometió para gobernar el fenómeno de la inmigración cuando fue alcalde de l´Hospitalet de Llobregat. El actual ministro de Trabajo e Inmigración no sólo tenía muy claro que los poderes públicos habían de actuar, sino también el sentido de las medidas que tomar. Y acertó cuando la mayoría apenas éramos capaces de asimilar la nueva realidad.

Garantizar la buena convivencia en los barrios, que los recién llegados tomaran conciencia de sus derechos pero también de sus deberes, conseguir que ningún autóctono se quedara sin una ayuda social. Esta sería la esencia de una política integral y efectiva. La segunda ciudad de Catalunya se ha convertido en un modelo en este terreno. La verdad es que pocos países han recibido tanta inmigración en tan poco tiempo como ha pasado en España.

En pocos años ha cambiado radicalmente la geografía humana de nuestras calles. Yo, por ejemplo, tengo un locutorio cerca de casa. Ceno a veces un falafel en un restaurante que es propiedad de un egipcio, veo al Barça en un bar regentado por ecuatorianos, la cafetería de al lado de mi portal es punto de encuentro de la comunidad subsahariana de mi ciudad y me arreglan los pantalones en el establecimiento de una señora argentina. ¡Y eso que mi barrio no es de los que tienen mayor porcentaje de inmigrados!

Por tanto, hay tres factores que ayudan a una buena integración de los inmigrantes. En primer lugar, el hecho de ser una sociedad abierta y acogedora, quizá porque hemos sido muchos años un país de emigrantes y ello pesa en el subconsciente colectivo. En segundo, y a diferencia de la gran migración del sur a Catalunya, estos nuevos ciudadanos han llegado a ciudades y pueblos bien dotados, con una educación y una sanidad universales y gratuitas, en el entorno de un urbanismo más humano y en un contexto de estándares más que aceptables de calidad de vida. Pero todo ello quedaría en nada si las administraciones escondieran la cabeza bajo el ala para no ver los problemas que también ocasiona la inmigración. En este tema no son de recibo ni el imposible “papeles para todos” ni los brotes de primitiva xenofobia. Consenso y acción es la receta

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