GIRA PONTIFICIA POR ESTADOS UNIDOS

El Papa celebra la inmigración

Benedicto XVI se dirige a los hispanos, pilar del catolicismo en EE. UU.

La Vanguardia, MARC BASSETS - Nueva York. Corresponsal , 21-04-2008

En el estadio de béisbol de los Yankees, en el barrio neoyorquino del Bronx, el Papa Benedicto XVI cerró ayer su primera visita a Estados Unidos con un elogio a la aportación de los inmigrantes al catolicismo de este país. Ante un mosaico multicultural de casi 60.000 fieles, en un barrio donde la mitad de la población es de origen latino, el Papa recordó que “el rostro de la comunidad católica” en Estados Unidos “ha cambiado enormemente” y mostró su reconocimiento a “las sucesivas olas de inmigrantes cuyas tradiciones han enriquecido tanto la Iglesia de América”.

El Papa, de 81 años, celebró la multitudinaria misa – parcialmente en español- después de acudir, por la mañana, a la llamada zona cero de Manhattan, donde hasta el 11 de septiembre del 2001 se elevaban las Torres Gemelas. Allí se arrodilló y rezó. Después pronunció una oración. “Dios de la paz, concede tu paz a nuestro mundo violento”, dijo.

El acto en la zona cero fue quizá el momento más emotivo de la densa visita a Estados Unidos, en la que Benedicto XVI se ha dirigido a la Asamblea General de las Naciones Unidas y ha visitado su primera sinagoga en este país. Anoche el avión papal debía partir de regreso a Roma.

La voluntad de Benedicto XVI de “sanar” las heridas abiertas por el escándalo de pederastia en la Iglesia católica de este país ha monopolizado los titulares estos días. Pero el Pontífice ha enviado otro mensaje colateral de notables repercusiones políticas en defensa de los inmigrantes y sus familias.

Ya en el avión que lo llevó a Washington, Benedicto XVI advirtió de “los peligros de la separación de la familias de inmigrantes”. Y el miércoles, en una declaración conjunta aprobada por el presidente George W. Bush, insistió en la necesidad de ofrecer “un trato humano” a los inmigrantes.

En Estados Unidos, país con 300 millones de habitantes, hay hoy en día unos 44 millones de hispanos. Algunos cálculos indican que doce millones carecen de papeles en regla para residir. Uno de cada tres católicos es de origen latino, aunque un número creciente – todavía minoritario- se pasa a iglesias evangélicas. Este grupo de población, el más pujante en este país, está cambiando el paisaje religioso de EE. UU.

En el estadio de los Yankees – donde triunfaron jugadores como Babe Ruth o Joe DiMaggio y ahora la estrella es el dominicano Álex Rodríguez- eran visibles los cambios. Las familias hispanas se mezclaban con las de origen irlandés e italiano. Incluso había un hombre ataviado con el traje típico de Baviera, patria chica del Papa. En muchos lugares, como el Bronx, católico es casi sinónimo de latino. La religión tiene mucho de seña de identidad. Y el nuevo catolicismo es diferente del que predominaba hasta hace unas décadas, con centros de poder en la Costa Este. Es más sureño, menos rico, más joven y también más espontáneo y pasional.

La atención de Benedicto XVI a la inmigración ilegal incide en uno de los debates centrales en la política estadounidense. Algunos políticos antiinmigranción, como el ex católico republicano Tom Tancredo, se han aprestado a adivinar tras las palabras del Papa un plan para engrosar las filas de la Iglesia, debilitada por la falta de vocaciones y el escándalo de pederastia. Debates como el de la inmigración o el de la pena de muerte demuestran que en Estados Unidos es difícil encasillar al Papa en posiciones conservadoras o progresistas. Históricamente, los católicos han votado demócrata; en las últimas décadas, los republicanos han captado buena parte de este voto.

La misa en el estadio de los Yankees empezó a las dos y cuarto de la tarde, hora local, después de un espectáculo de dos horas en el que, entre otros, actuaron José Feliciano y Harry Connick Jr. El Papa dedicó buena parte de la homilía a recordar el bicentenario de la creación de las diócesis de Nueva York, Boston, Filadelfia y Louisville.

El Papa, que ha celebrado en EE. UU. el tercer aniversario de su elección para suceder a Juan Pablo II, llamó a la unidad de los católicos y les instó a no encerrar su fe en la vida privada y a participar como católicos en la vida pública. En otro momento de la homilía, el Papa – un teólogo que vivió como profesor en Alemania la revuelta del 68- vinculó la libertad a la autoridad y la obediencia. “La verdadera libertad – explicó- es un don de Dios, fruto de la conversión a su verdad, a la verdad que nos hace libres”.

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