Los últimos datos del Istac sitúan en un 23 por ciento el número de personas que están en el umbral de la pobreza. El perfil tipo es una mujer de mediana edad con hijos a su cargo y en desempleo.

La pobreza en Santa Cruz tiene rostro de mujer

El Día, J.D. MÉNDEZ, S/C de Tfe., 21-04-2008

Los últimos datos conocidos del Istac son tan concluyentes como alarmantes: un 23% de la población de Santa Cruz estaría en el umbral de la pobreza. La exclusión social aumenta en la capital tinerfeña y no hay más que salir a la calle para comprobar sus efectos devastadores. Sobre todo en sectores sociales concretos como las mujeres de mediana edad, con hijos a su cargo y en situación de desempleo. Este sería el perfil tipo, al que hay que añadir otras patologías unidas a las típicas de drogas o alcohol: las enfermedades relacionadas con la salud mental para las que, en opinión de los expertos, “Santa Cruz carece prácticamente de recursos”.

EL DÍA consultó con personas que conocen por su trabajo directo la situación en las calles y que aportan su granito. Pertenecen a Cáritas Diocesana, la organización ca – tólica que viene sustituyendo de facto las escasas acciones de las instituciones públicas.

Casa de Acogida. – José Ángel Martín es coordinador de la Casa de Acogida de Guajara para personas sin hogar. Explica que “el número de los sin techo ha ido creciendo en nuestra ciudad y, sobre todo, se nota un cambio de perfil con más gente joven y problemas nuevos como las enfermedades mentales. Sin techo es el que no tiene los mínimos de dignidad en cuanto a vivienda, pero nos gusta hablar más de personas sin hogar, concepto mucho más amplio, que precisa de un proceso de inserción social y redes de apoyo”.

La Casa de Acogida de Guajara, señala Martín Bethencourt, “lleva 20 años abierta, tiene 18 plazas y responde a personas de baja y media exigencia que ya han iniciado un proceso o lo han tenido, con posibilidades de integrarse en el mercado laboral. Vienen derivados de distintos recursos, ya que estamos coordinados con el Albergue, el Comedor Social de La Noria, las UTS u otras casas de acogida como la del proyecto Café y Calor, también de Cáritas. Aquí les damos techo y alimentación, además de seguir individualmente su evolución”. El técnico de Cáritas señala que “tenemos acogidas a personas de entre 18 y 65 años y pasan aquí una media de tres a seis meses, dependiendo de la problemática. Salen a la búsqueda de empleo con un plan e itinerario marcados por nosotros y la verdad es que a la larga se consigue la integración en la mayoría de los casos”.

Martín establece tres claves en el trabajo social: trasversalidad, inversiones en recursos materiales, hu – manos y económicos, y planificación. Amplía conceptos cuando habla de “coordinación entre las administraciones públicas, en proyectos no solamente existencialistas sino procesos integrales con cada persona y diagnóstico social. En este último aspecto se nota el aumento de personas con problemática de enfermedades mentales sin que exista un solo recurso para ellas. En otros sitios, al afectado y a su familia sí se les enseña a convivir con esa enfermedad porque cuando se ven bien se creen curados, no se medican y vuelven a sufrir un brote. Hay lugares como el hospital psiquiátrico donde controlan ese brote, pero luego vuelven a la ca – lle”. Desde Cáritas se solicita “u – na concienciación ante este proble – ma, que empezaría con la sensibi – lización desde los colegios, dar el trato más humano posible y abrir el diálogo con los primeros intere – sados, que ellos participen de su propio proceso. Eso es fundamen – tal”.

Cáritas arciprestal. – Loreto Negi es trabajadora social en la Zona Centro, en concreto de Cáritas Arciprestal, que aglutina en el local de la iglesia de San Francisco a 18 centros parroquiales desde Anaga al centro, o sea, buena parte del municipio. Desde su experiencia de 14 años señala que “se nota un aumento de personas que acuden a nosotros. Abrimos lunes, miércoles y viernes, de nueve a una, y la media puede ser de unas 45 ó 50 a la semana. Aquí tratamos la falta de recursos económicos para lo básico, alimentación y transporte. Antes acudían por otras cuestiones, pero ahora está fallando lo fundamental, el trabajo. La gente se queda sin empleo y se viene abajo la estructura vital. El perfil es el de mujeres, sobre todo inmigrantes, de baja cualificación profesional y que suelen acudir a la economía sumergida. Pero en los últimos meses también detectamos a muchas canarias. Se trata de familias monoparentales, mujeres que tras la separación quedan desprotegidas y con cargas familiares. No tienen donde elegir ante la carencia de plazas públicas para poder dejar a sus hijos”.

Cáritas Arciprestal, explica Negi, “coordina un grupo de unos 15 voluntarios que hacen un seguimiento de cada caso. Cáritas, en la medida de sus posibilidades, se ocupa de estas personas en el tiempo que tardan en recibir ayudas y un poco suple la función de la administración pública. No hay recursos sociales y las ayudas tardan mucho en tramitarse y concederse, pero no se puede esperar para subsistir”.

Programa de Mujer. – Berta Pérez coordina dentro de Cáritas el Programa de Mujer desde hace 13 años. Su experiencia le lleva a decir que “hemos ido viendo en los últimos tiempos cómo se agudiza la situación de pobreza de las mujeres. Llegan muchas inmigrantes, que se quedan fuera del empleo o tienen un trabajo precario. Si se separan se quedan en la calle y con sus hijos. No han tenido independencia económica y se quedan desestabilizadas, sin dinero y sin poder pagar el piso, entrando en una dinámica de círculo, con una autoestima cada vez menor. Hay una triple discriminación aquí: económica, vital y social, a las que, en el caso de la inmigrante, hay que sumar esta condición”. Para la responsable del programa de Mujer de Cáritas “el perfil de la pobreza en Santa Cruz sería el de una mujer joven, con familia monoparental y hasta una segunda o una tercera pareja. También mayores que se quedan fuera del mundo del trabajo por su edad. Tienen una formación baja y una cultura de dependencia, en la que el papel de la mujer es quedarse en casa y cuidar de los hijos, mientras el hombre trae el dinero. Cuando eso falla, no están preparadas. Les hacemos un seguimiento en busca de su crecimien – to personal y la inserción laboral para reintegrarse”.

Cáritas pone en marcha desde hace ocho años el Proyecto Clara que, plantea Pérez, “busca un respiro vital y económico, en el que la afectada pueda plantear su historia y recibir ayuda básica para la subsistencia. Cáritas tiene una red amplia y cada vez acuden más personas. No tienen para un bono de la guagua ni para comer, la pobreza es absoluta. Las ayudas o no llegan a tiempo o estas personas se pierden en trámites debido a su perfil. Hay un tiempo, el de ese trámite, que puede llegar a un año y en ese intervalo deben subsistir como puedan. Es entonces cuando Cáritas sustituye a las instituciones públicas que carecen de una respuesta inmediata a problemas como los de no tengo que comer. Es mujer porque ha habido un cambio, ya que hasta ahora los hombres, aunque se trate de una minoría, querían vivir en la calle y ahora las mujeres están obligadas a ello por la necesidad acuciante y en aspectos básicos”.

Café y Calor. – El último experto en exclusión social y pobreza consultado fue Fernando Rojas, Coordinador del Proyecto Café y Calor para personas sin hogar. Señala, primero, que “estamos ubicados en el número 14 de la avenida de Bélgica, y se trata de un proyecto que atien – de a personas con un alto nivel de exclusión, que llevan mu – cho tiempo en la calle y con patologías relacionadas con el alcohol, las drogas o la lu – dopatía, además de la desestructuración fa – miliar y la falta de preparación, de trabajo y recursos”.

Rojas añade que “el perfil es el de personas de entre 18 y 55 ó 60 años. Aquí se garantizan sus necesidades básicas mientras se trabaja en la reinserción en la sociedad”.

Rojas, que lleva cuatro años en Cáritas y uno al frente de Café y Calor, explica que “aquí vienen personas con todos su papeles en regla porque en caso contrario deberíamos derivarlas a otros centros. Ofrecemos alojamiento y alimentación en un ámbito limpio y hogareño. Aquí trabajamos tres personas de plantilla, dos educadores y otra para el mantenimiento de la casa. Tenemos un convenio con las UTS municipales y estamos subvencionados por el Ayuntamiento de Santa Cruz. Este es un trabajo en red con los distintos recursos, incluido el albergue”.

Rojas confirma que “sí se nota un aumento de la pobreza, aunque es posible que antes no se detectaran tantos casos, lo que les hacía parecer casi invisibles. Aquí llegan de toda España, no sólo canarios o inmigrantes sino mu – chos peninsulares pensando encontrar trabajo, y por distintas circunstancias se han visto viviendo en la calle. Tenemos 25 camas y siempre hay gente esperando. La idea es que sea un recurso temporal y queremos que el período de estancia sea lo más corto posible. Aquí pueden estar desde 15 días a unos tres meses”.

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