La doctrina Corbacho en inmigración

La Vanguardia, Josep Playà / Raúl Montilla, 17-04-2008

“La inmigración es un reto que se ha de gobernar”. Esta es una de las frases preferidas del nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho. El hasta hace poco alcalde de l´Hospitalet de Llobregat ha desplegado en una ciudad con un 24% de inmigrantes una política migratoria donde ha compaginado la tolerancia cero hacia las situaciones conflictivas y la inseguridad con una voluntad de mediación y una política de apoyo a la entidades asociativas.

El ministerio no es el ayuntamiento, pero algunas de las decisiones tomadas son indicativas de la doctrina Corbacho. Sus repetidas quejas sobre las dificultades para la obtención del permiso de trabajo para los inmigrantes que llegan por reagrupación familiar o sobre la inexistencia de una norma limitadora del número de empadronados por piso pueden tener una inmediata solución desde su nuevo despacho. Otras afirmaciones, en el pasado e incluso ahora mismo, sobre la repatriación de los inmigrantes sin papeles o sin trabajo no sólo no son fáciles de acometer sino prácticamente imposibles, por su coste económico y por las dificultades legales. Para algunos, Corbacho utiliza un lenguaje más realista que su antecesor, para otros es políticamente menos correcto.

Hace poco más de cinco años, grupos de extrema derecha comenzaron una serie de protestas en el barrio de la Torrassa de l´Hospitalet – con más del 30% de extranjeros – que tenían como objetivo crear crispación. En poco tiempo, la ciudad se había convertido en uno de los principales focos de concentración de población latinoamericana. Corbacho desplegó una batería de propuestas que anularon cualquier atisbo de conflictividad.

Unidad policial especializada. El primer paso fue el aumento de la presencia policial en los espacios públicos. A veces para resolver pequeños incidentes cuya base era la ocupación de un parque para jugar al voleibol con apuestas de por medio. La llegada de 300 Mossos d´Esquadra en el 2003 (frente a 70 agentes de la Policía Nacional) fue decisiva para liberar y poder destinar a la Guardia Urbana a estas funciones. El segundo gran paso fue la creación hace año y medio de una unidad de la Guardia Urbana encargada de velar por la convivencia vecinal. Son 31 agentes que patrullan de día y noche, generalmente sin uniforme. Actúan en parques y plazas para garantizar la seguridad, así como en bares y discotecas. Entre sus misiones está también el control en la calle de la venta de bebidas alcohólicas sin licencia. Pueden mediar en conflictos vecinales si el servicio de mediación municipal no ha logrado un acuerdo entre las partes.

Control de las fiestas. Uno de los conflictos habituales son las fiestas de fin de semana en pisos, frecuentes donde hay un elevado índice de población joven latinoamericana. Se calcula que cada sábado hay unas diez fiestas ruidosas. La Guardia Urbana sabe que no puede entrar en una casa si el propietario no le abre – necesitaría una orden judicial – , pero la ordenanza de civismo de l´Hospitalet – en la que se inspiró en parte la de Barcelona – permite abrir acta si oye el ruido desde la calle, lo que puede acabar en una sanción de 600 euros. Y puede multar las veces que haga falta – situación a la que habitualmente no se llega – . A los vecinos que sufren la molestia se les facilita el teléfono móvil del cabo o sargento de guardia para que le puedan llamar en cualquier momento. Por ejemplo, si el viernes ven subir a su vecino con varias cajas de cerveza. El Consistorio cuenta también con una línea directa: el teléfono de la convivencia.

Control del empadronamiento. El Ayuntamiento de l´Hospitalet ha sido uno de los primeros en exigir condiciones para el empadronamiento, aprovechando los resquicios que deja la ley. Así, no sólo se exige ser propietario o arrendatario de un piso en condiciones, sino que se solicita que disponga de un mínimo de 10 metros cuadrados por persona, para evitar los pisos patera.La decisión se tomó después de una inspección en el 2005 en la que se detectó la existencia de 1.359 pisos con más de ocho personas. El Ayuntamiento se reserva la posibilidad de visitas a domicilio para asegurarse que las puertas no tienen candados (lo que indica la existencia de las llamadas camas calientes),comprobar el número de televisores (6 o 7 indican que varias familias viven bajo el mismo techo) o controlar la existencia de contadores de luz falsos.

Regulación de los locutorios.L´Hospitalet fue una de las primeras ciudades que regularon los locutorios, ya en el 2005. Se fijó una superficie mínima de 60 metros cuadrados – para que no se pudieran crear en cualquier sitio – , que no abrieran por las noches, que no pudiera haber dos a una distancia mínima de 300 metros y que tan sólo se vendiera producto telefónico. Nada de comida ni bebida. El objetivo era evitar reuniones a altas horas, debido a la diferencia horaria del país al que se llamaba. Estos locales se habían convertido en puntos de encuentro. Quien lo incumpliera era sancionado con 3.000 euros. En pocos meses se cerró una decena por incumplimientos administrativos.

Atención a los jóvenes. Uno de los elementos más visibles de la inmigración latinoamericana es la presencia de los jóvenes en las calles y plazas. Al salir de los institutos, los jóvenes se quedan con su pandilla antes que recluirse en sus casas, donde probablemente su espacio vital es muy reducido. Influye también una cultura de origen más dada a permanecer en la calle. Para tener un control más directo sobre estos jóvenes, este curso se ha puesto en marcha una nueva experiencia, de momento sólo en dos institutos. Se trata de abrir los patios de estos centros en días festivos para que se conviertan en espacios lúdicos tutorizados. Dos educadores conducen estas actividades a la vez que vigilan por la integridad del entorno. Otras iniciativas complementarias son la formación de voluntarios para que actúen de cicerones de jóvenes recién llegados y el proyecto Llave, que consiste en recoger a la salida de los colegios a los niños que tienen que volver solos a casa. Para evitar que esos niños vayan con la llave de su casa en el bolsillo y una vez en el hogar estén unas horas solos, se les recoge en autobús y se les traslada a unos esplais donde permanecen hasta que sus padres los recogen.

Un experto como Jesús Husillos, responsable del Plan para la Integración de la Nueva Ciudadanía, sabe que el futuro de la integración está en estos jóvenes que pueblan las escuelas y las calles de l´Hospitalet.

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