Un joven de Mali se ahoga cerca de París cuando huía de la policía, que le pidió los papeles

El Periodico, JOSÉ A. SOROLLA, 13-04-2008

Baba Traoré tenía 29 años. Había llegado a Francia desde Mali en el 2004 para darle un riñón a su hermana Maïmouna, de 40 años, que sufre insuficiencia renal. El pasado viernes se ahogó en el río Marne cuando huía de la policía, que le había pedido los papeles que no tenía.
Baba Traoré se dirigía a casa de su amigo Mahamadou en Joinville – le – Pont (Val – de – Marne, al sur de París). En la estación, personal de seguridad de la RATP (la empresa del metro) y la policía le piden los papeles. Traoré enseña el Navigo, el único documento del que dispone, pero no puede justificar la identidad que figura en ese pase del transporte público. Los policías le piden que les acompañe al coche patrulla.

“No sabía nadar”
El joven maliense escapa hacia el puente de Joinville. Tras correr 400 metros perseguido por los agentes, salta la valla y se lanza al río. Unos 15 minutos más tarde, la brigada fluvial lo encuentra. Traoré está inconsciente. Una brigada del SAMU (asistencia médica de urgencia) consigue reanimarlo, pero ingresa en estado crítico en el hospital Lariboisière, de París, donde muere horas después de un paro cardíaco. La autopsia revela que el joven falleció ahogado por un choque térmico causado por la temperatura del agua: seis grados.
“No sabía nadar”, dice su hermana, en cuyo apartamento de dos habitaciones de Neuilly – Plaisence (en la banlieue norte de París) vivía Baba. Dormía en el sofá, hacía pequeños trabajos en la construcción y trabajaba también en una empresa de limpieza. Su tarjeta de residencia había caducado hace un año y no le había sido renovada, pese a que había solicitado su prolongación por razones médicas. En septiembre y diciembre del 2007, Baba Traoré había sido detenido y liberado por carecer de papeles, pero desde enero tenía una orden de expulsión. “Vino para salvarme la vida y es él el que muere”, se lamenta su hermana.
El domingo, 400 personas, con Maïmouna al frente, se concentraron en Joinville – le – Pont para rendirle homenaje.
Elisabeth Guerin nació en Benín y tiene 38 años. Entró legalmente en Francia en octubre del 2005 para casarse y obtuvo, como establece la ley, una tarjeta de residencia válida por un año, renovable “a condición de que la convivencia no haya cesado”. En septiembre del 2007, Elisabeth pidió la renovación de sus papeles, pero le fue denegada en noviembre porque en ese intervalo su marido había muerto de cáncer y el prefecto (delegado del Gobierno) de Indre – et – Loire interpretó que el fallecimiento del cónyuge entraba dentro de lo que la ley califica de “cese de la convivencia”.
Elisabeth, sin embargo, ha tenido más suerte que Baba y no será expulsada. El pasado domingo escuchó por la radio que iba a ser regularizada, solo un día después de que Le Monde publicara su historia. El Ministerio de Inmigración admitió que cuando el ministro, Brice Hortefeux, leyó el periódico, pidió inmediatamente al prefecto que resolviera favorablemente el caso. “Voy a poder dormir tranquila y no tener más miedo”, declaró Elisabeth al diario que ha contribuido a legalizar su situación.

“Caza de ‘sin papeles’”
Los de Baba y Elisabeth son solo dos ejemplos que, según las organizaciones de defensa de los inmigrantes, simbolizan los graves errores de la política de inmigración del presidente Nicolas Sarkozy. Son la consecuencia de la presión a que el “clima de terror”, en expresión del Partido Socialista, somete a las autoridades gubernativas y a la policía. Uno de los ejes de esta política es la obligación de alcanzar cada año una cifra de expulsiones de sin papeles. En el 2007, el objetivo era conducir a la frontera a 25.000 inmigrantes. Sin embargo, el ministerio se ha quedado a 2.000 expulsiones de esa cifra.
La ansiedad por alcanzar los objetivos previstos hace que el caso de Baba Traoré no sea ni mucho menos el único en esta “caza de sin papeles”. En agosto del 2007, Ivan, un chico de 13 años, estuvo un tiempo en coma después de caer del balcón de su casa cuando intentaba huir con su padre, al que la policía había ido a buscar para expulsarlo del país. En septiembre, una ciudadana china, Chulan Zhan Lui, murió al lanzarse por la ventana cuando llegaba la policía. En enero, el keniano John Maïna se ahorcó después de conocer el rechazo a su petición de asilo.

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