El Ayuntamiento de Torroella de Montgrí se ha visto obligado a buscar una solución de emergencia para evitar que el conflicto surgido entre la comunidad musulmana y algunos vecinos de la población fuera a mayores. Tras 14 años de pacífica convivencia, la tensión se ha disparado a causa de la mezquita de la calle de Figueres, que se ha quedado pequeña ante la llegada de nuevos inmigrantes. Los musulmanes afirman que, pese a sus intentos, no han logrado que nadie les alquile un local más espacioso. Por este motivo optaron por ocupar la acera situada delante del oratorio durante la oración de los viernes, lo que ha desencadenado la airada protesta de los vecinos. El consistorio les ha ofrecido ahora un local provisional.
El jueves de la semana pasada, una treintena de personas interrumpió el pleno municipal para exigir al alcalde, Joan Margall (UPM), que hiciera cumplir a los responsables de la mezquita la normativa que impide obstaculizar la vía pública.

LAS QUEJAS
“Ocupan la acera, se ponen a rezar a las seis de la mañana y despiertan a todo el mundo, entran 150 personas en un local con un aforo máximo de 50… La ley tiene que ser igual para todos, y lo que está prohibido para nosotros también lo ha de estar para ellos”, se quejó ayer Emilio Martín, dueño del bar Montgrí, situado junto al oratorio, una de las personas que interrumpió la reunión del consistorio.
Tras la protesta de los vecinos, dos policías municipales vigilaron que el rezo del día siguiente, viernes, se llevara a cabo sin incidentes y obligaron a los 30 musulmanes que rezaron en la vía pública a dejar paso para los viandantes. La actuación de los agentes no evitó, sin embargo, que algunos vecinos y clientes del bar increparan a los inmigrantes.
Ayer, el grupo que oró en la calle fue menos numeroso. La razón, según el portavoz de los musulmanes, Hussein Houban, es que el ayuntamiento ha decidido cederles las aulas del Institut Vell, antes convento de los agustinos, a partir del próximo viernes.