La lucha por la integración

La comunidad romaní en Euskadi celebró ayer su fiesta anual Kale dor Kayico hizo un homenaje a la familia de Mari Luz

El Correo, CARMEN BARREIRO c.barreiro@diario-elcorreo.com, 09-04-2008

Los gitanos probablemente sean la etnia sobre la que más tópicos existen. Y casi ninguno positivo, «desgraciadamente». Sin embargo, son muchas las organizaciones que luchan a diario para hacer que los estereotipos que les dibujan como un pueblo conflictivo desaparezcan. La comunidad gitana del País Vasco es «perfectamente consciente» de lo que una parte importante de la sociedad piensa de ellos, pero no se resigna a que la idea que los payos tengan de su pueblo se reduzca a una retahíla de prejuicios que «muchas veces no tienen nada que ver con la realidad», explica Óscar Vizarraga, vicepresidente de la asociación Kale dor Kayiko.

Decenas de gitanos se reunieron ayer en El Arenal bilbaíno para celebrar su día. Una jornada en la que reivindicaron el «orgullo» de pertenecer a un pueblo que apuesta por la «convivencia entre las diferentes culturas». Los miembros de Kale dor Kayiko aprovecharon la celebración de su día internacional para rendir un pequeño homenaje a la familia de Mari Luz Cortés como ejemplo de «templanza y educación» en una situación tan dramática como la que les ha tocado vivir. «Los padres han puesto muy altos los valores gitanos que nos han enseñado ancestralmente y que tan poco se reconocen en la sociedad, desterrando con su loable y plausible actitud todo estereotipo que se nos pretende atribuir cuando se tratan casos cuyos protagonistas son familias gitanas», subrayó Vizarraga.

TÍO MANUEL

Presidente de Kale dor Kayiko

«Nuestra principal preocupación es la juventud»

El Tío Manuel es toda una institución entre la comunidad gitana vasca. Habla con la experiencia que le dan los años y el respeto ganado a base de «luchar» por la integración de su pueblo «sin olvidar nuestra cultura». «Lo que más nos preocupa ahora es la juventud. Hay que estar encima de ellos. Que estudien, que se preparen…», sentencia el presidente de Kale dor Kayiko. Su hijo y vicepresidente de la asociación comparte la opinión de su padre. Óscar Vizarraga habla claro. «Estamos cansados de los tópicos y los prejuicios. Hay que trabajar duro para lograr una integración real. Pero tenemos que trabajar todos», argumenta. A juicio del Tío Manuel, la clave está en la enseñanza. «Hay que replantearse todo el sistema educativo», deja caer.

CRISTAL MONTOYA

Mediadora intercultural (23 años)

«Seré la primera universitaria de mi familia»

Va a ser la primera universitaria de su familia. Y está muy «orgullosa». Cristal Montoya no responde al prototipo de mujer gitana que la sociedad ha interiorizado desde hace décadas. Pese a su cara aniñada, tiene 23 años, es mediadora sociocultural y el curso que viene estudiará Magisterio. Reconoce que al principio le costó convencer a sus padres, pero la situación ha cambiado por completo. «Ahora están muy contentos y quieren que aproveche la oportunidad que ellos no pudieron tener», se felicita.

Cuando se le pregunta si la capital vizcaína es especialmente racista con los gitanos, Cristal asegura que «ni más ni menos» que cualquier otra ciudad. «Lo que ocurre es que el desconocimiento de una cultura hace que desconfiemos de sus miembros. Y en ese sentido creo que todos deberíamos hacer un esfuerzo por acercarnos y comprendernos», explica la joven baracaldesa, la segunda de seis hermanos.

ÁLVARO HERNÁNDEZ

Estudiante (19 años)

«Mis padres no quieren que vaya a la chatarra»

Álvaro está sacando el graduado a distancia, pero el «euskera» se le atraganta y tiene que ir a clases de refuerzo. «Cuando voy nadie me mira diferente por ser gitano. Si te comportas, la gente te respeta», comenta este bilbaíno de 19 años. Su familia se dedica al mundo de la chatarra, pero sus padres prefieren que estudie un módulo de ciclo medio para poder ganarse la vida. «Siempre me dicen que los estudios son lo primero. Les he ayudado muchas veces, pero es un negocio muy duro», confiesa.

La familia de Álvaro es un tanto atípica en una comunidad donde en la mayoría de los hogares viven más de media docena de personas como mínimo. «En mi casa sólo somos cuatro. Mi padre, mi madre, mi hermano y yo», comenta sin perder la sonrisa. La misma con la que ayuda a sus compañeros a colocar los globos y banderas que decoran la marquesina de El Arenal para celebrar el Día Internacional del Pueblo Gitano.

ANTONIO AMAYA

Estudiante (12 años)

«Hay muchos niños de mi clase que no aparecen»

Antonio Amaya acudió ayer a la fiesta acompañado de Valeriano Borja, mediador sociocultural de su colegio. «Quería que viera lo que se hace en la asociación», comenta el joven. Pero Antonio está con los pies en la tierra y es muy consciente de por donde van los tiros. «La mayoría de mis compañeros no van al colegio todos los días y no lo entiendo. No es que me guste estudiar, pero es necesario. Yo sólo falto si estoy enfermo», dice muy convencido. Antonio quiere ser mecánico y sus padres le apoyan en su decisión.

«Todavía nos queda mucho trabajo por hacer, especialmente en una edad tan complicada como la adolescencia», explica el mediador del colegio Miribilla.

DOLORES HERNÁNDEZ

Vendedora ambulante

«Envidio la libertad que tienen ahora mis hijas»

Ser mujer y gitana es todo un reto en la sociedad actual, pero Dolores ha sabido adaptarse a los tiempos «sin mayor problema». «¿Qué envidia me dan las chiquillas de ahora! Me acuerdo cuando yo era jovencita…»

-¿Qué pasaba?

-Pues que la cosa ha cambiado mucho. Los padres de antes eran más estrictos y nos ataban en corto. Ahora mis hijas visten como quieren, estudian… Tienen otra libertad que no teníamos antes.

-¿Y qué le parece?

-A mí estupendo. Que estudien y que se labren un porvenir. Yo me dedico a la venta ambulante y me gustaría que mis niñas pudiesen trabajar en lo que les gusta. La mayor es peluquera y está encantada.

Dolores lleva a sus dos hijas pequeñas al colegio bilbaíno de Tívoli y después se va a tomar el café con el resto de la madres. «Con gitanas y con payas», puntualiza.

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