GRANOLLERS

Un punto intermedio

La escritora Najat el Hachmi ha fijado su residencia en Granollers por motivos de trabajo y porque es una ciudad mediana, abierta y discreta

La Vanguardia, , 08-04-2008

JOAQUIM ROGLAN

Najat aborrece el paternalismo, el racismo, el buenismo, los etnicismos y las modas y etiquetas
Hace poco más de un año que Najat el Hachmi ya no es una escritora de Vic, donde llegó procedente de Marruecos cuando tenía ocho años. Bereber, – “que no es lo mismo que marroquí”, matiza- estudió Filología en Barcelona y escribió Jo també sóc catalana,un libro que la hizo famosa. Ganadora del último premio Ramon Llull con su novela L´ultim patriarca,es una mujer de pensamiento libre, aborrece el paternalismo, el racismo, el buenismo, los etnicismos y las modas y etiquetas políticamente correctas. Y sus ideas ponen de los nervios a ciertos moros y a ciertos cristianos. “Como desde el 2006 trabajaba de mediadora cultural en el Ayuntamiento de Granollers, vivo aquí porque estaba harta de las malas comunicaciones”.

Aún se considera una recién llegada. “Entre trabajar, escribir y digerir todo lo que me pasa desde que he ganado el Ramon Llull, no he tenido tiempo de enterarme de la historia de Granollers”. No obstante, su inmersión fue rápida y contundente. “Es una ciudad tan acogedora que enseguida me nombraron jurado de la competición entre Blancs i Blaus, que es una fiesta muy potente. Tuve que asistir a todos los actos que organizan y al concurso de rajolers,que consiste en ver quién pone mejor las baldosas. La gente vive esa fiesta mayor muy intensamente”. Así aprendió el estilo de vida de esa ciudad que algunos dicen que ya es como otro barrio de Barcelona. “La gente te deja entrar en su círculo social y no hacen falta años de vivir aquí para que te vean cercana. Si existe un granollerisme,no lo he notado, pero sí noté el vigatanisme,que consiste en que hay gente que lleva treinta años viviendo en Vic y no se la considera de Vic. Lo atribuyo a las comunicaciones. Granollers está muy bien comunicada con trenes y autobuses, mientras que Vic queda aislada por falta de transporte público. El último tren de Barcelona a Vic salía a las 21.40 h y llegaba a medianoche. Tardar horas en ir de Vic a Granollers era muy estresante”.

Comparando ambas ciudades, “Granollers tiene un punto intermedio entre el anonimato y el control social. Es lo bastante grande para pasar inadvertida y lo bastante pequeña como para no sentirse sola ni desconocida. La gente te habla y saluda, pero es discreta y no está pendiente de tu vida”. Su vida no tiene misterio. “Escribo, voy a la compra, llevo el niño a la escuela… Me muevo en un espacio muy reducido, porque todo está cerca de casa”. No le ha sorprendido el famoso mercado de los jueves, “porque es como el de Vic pero más extenso. Los dos son muy bonitos y hay que conocerlos”. En cuanto al comercio, “Granollers es una ciudad muy franquiciada y hay las mismas marcas que en Barcelona. Han desaparecido tiendas antiguas, pero supongo que es inevitable debido a los precios que se pagan por un local. Es muy fácil ser romántico desde fuera”.

Hablando de precios y locales, afirma que “en Granollers la relación calidad-precio de la vivienda es parecida a Vic, pero aquí hay menos trabas para encontrar piso. Los prejuicios son los mismos, pero un grado inferior y el nivel de inquisición es más bajo cuando ven mi nombre y apellido. De todos modos, siempre hay quien te desaconseja un barrio porque está lleno de inmigrantes”. Como huye de los prejuicios, al primer año cambió a su hijo de escuela pública. “Fue una experiencia desastrosa y traumática. Cuando pregunté por qué le habían puesto directamente en una clase de refuerzo de lengua y de matemáticas aunque lleva bien esas materias, me respondieron que porque se llamaba Rida el Idrissi y no le conocían. Ahora le llevo a otro colegio donde potencian las cualidades y el ritmo individual de aprendizaje de cada crío”.

Aún no conoce las bellas rutas excursionistas de Granollers, como el Pedró y la Font del Ràdium. “Necesitaría coche para ir o volver, cuesta organizarlas y yo siempre tiro de tren. No soy excursionista ni rural, sino muy urbanícola, aunque toda mi familia eran campesinos del Rif”. De su ciudad le sorprende “que el Ayuntamiento tenga una fachada tan grande y señorial pero sea tan pequeño por dentro”. Insiste en que más que el patrimonio arquitectónico de las ciudades, le interesan las personas. “Si son abiertas o cerradas, si tienen a los vecinos en el punto de mira… Como hace muchos años que llegaron inmigrantes del sur de España, el fenotipo de las chicas de Granollers es más bien mediterráneo sureño y me identifican menos como extranjera”.

Cambiar primero de país y ahora de ciudad no le da sensación de volver a empezar. “Cuanto más cambias, más rápidos son los mecanismos de adaptación. Considero positivo cambiar de lugar y de trabajo, porque es como reiniciar de nuevo el ordenador. No empiezas de cero y tienes muchos estímulos nuevos”. Ahora Najat reinicia su vida como escritora de Granollers.

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