La Junta Islámica denuncia a la Junta de Andalucía por dar cerdo a menores musulmanes

El Mundo, PEDRO SIMON. Enviado especial, 24-03-2008

En algunos centros de tutela son obligados a firmar un compromiso por el que sólo si se portan bien pueden celebrar el Ramadán BURGUILLOS (SEVILLA). – Está bajo sospecha el magro de esa olla que borbotea. No hay quien sepa la carne que lleva ese puré. Cualquiera se atreve con esa inquietante salchicha. Más que gato, aquí hay cerdo encerrado.


La Junta Islámica – el mascarón de proa del Islam progresista en España – ultima una denuncia contra la Junta de Andalucía por laminar la práctica de la religión musulmana en varios centros de menores y por los «episodios reiterados de malas prácticas» en lo referido a la alimentación halal, la que exige su religión.


A los chavales de esta confesión se les ha obligado a comer cerdo en algunas residencias, no se les facilita comida de acuerdo con su fe – tal y como recoge la ley – y, en ocasiones, hasta se condiciona la celebración del Ramadán al buen comportamiento.


La denuncia llega tras Semana Santa porque la Junta de Andalucía hace de Don Carnal que invita a pecar. Al menos a sus jóvenes musulmanes tutelados, dicen los que van a ir a los tribunales.


La demanda de marras se sustenta en lo que ha sucedido en los centros de menores El Romero y La Jacaranda – ambos ubicados en la localidad sevillana de Burguillos – , donde son acogidos y tienen su casa menores de entre 12 y 17 años en situación de desamparo. Según el escrito, lo acaecido supone un «flagrante caso de vulneración de derechos constitucionales», ya que atenta contra el artículo 16 de la Carta Magna (el que consagra la libertad religiosa), y olvida el Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España de 1992.


En mayo de 2007, los cinco jóvenes musulmanes de origen marroquí que residen en estas viviendas de la Asociación Paz y Bien reclamaron a los directores de los centros comida halal. Porque sus padres, en conversaciones telefónicas desde Marruecos, siempre les preguntaban que si la estaban tomando. Y los chicos, practicantes como eran, se interesaron y descubrieron el pastel: no había halal, la carne estaba bajo sospecha. Desde entonces, y dado que las cosas siguen igual, no prueban bocado. Llevan 10 meses en huelga de filetes y salchichas.


La denuncia que prepara el gabinete jurídico de la Junta Islámica – que pidió el voto para el PSOE en las pasadas elecciones – se presentará en abril y está también suscrita por la Asociación religiosa islámica Al Basir, la Asociación de Consumidores Vida Halal y el Instituto Halal, institución referente que tiene certificados ya conforme al Islam medio centenar de mataderos y más de 300 productos alimentarios.


«Durante mucho tiempo, en estos dos centros a los chicos les han estado dando cerdo [prohibido para los musulmanes]», se queja Isabel Romero, directora del Instituto Halal. «Les daban una carne blanca y les decían que era pavo. Hasta que al final tuvieron que reconocer que era carne de porcino».


Al poco de detectar lo que ocurría, los menores de El Romero y La Jacaranda realizaron una asamblea en la que acordaron comprar ellos mismos la alimentación halal, algo que no les fue permitido. La cosa se desmadró y llegaron las malas caras. A los tres educadores musulmanes de los centros, según señalan ellos mismos, el coordinador les propuso «comer alimentos que no eran halal delante de los chicos, para dar ejemplo», algo a lo que se negaron. En cinco meses dos fueron despedidos y otro, no renovado.


Mohamed es uno de los educadores de los centros ubicados en Burguillos. A él recurrieron los internos, en vano, para tratar de que sus peticiones se oyeran. Efectivamente, había cerdo encerrado.


«El coordinador me dijo que qué pasaba con la carne. Le respondí lo que dice el Islam. Me soltó: ‘No voy a comprar nada. Yo por éstos no voy a cambiar la alimentación’. Y se empeñaba en que yo, musulmán, tenía que tragar con la comida común sentándome con ellos, para que me vieran. No quise hacerlo. El día en que me echaron no pudo decírmelo más claro: ‘Yo no sabía que tus principios eran ésos. Si lo llego a saber, no te había dado el puesto’», recuerda.


Existen pruebas documentales que acreditan que el ejercicio de la religión musulmana en El Romero y en Jacaranda ha sido moneda de cambio para otros asuntos. Cuando llega el Ramadán, la fiesta sagrada del Islam, alumnos y educadores se comprometen a suscribir un Compromiso para el Ramadán, que incluye una cláusula llamativa: «Si no soy capaz de mantener una conducta adecuada (…), perderé la confianza del personal del centro, no pudiendo continuar con la realización del Ramadán». O lo que es lo mismo, los chicos celebrarán esta fiesta de su religión sólo si se portan bien. Desde las organizaciones denunciantes se considera que este punto supone «una coacción vergonzosa».


El artículo 14.4 del Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica recoge que «la alimentación de los internados en centros públicos se procurará adecuar a los preceptos religiosos islámicos».


Los demandantes creen que este precepto está siendo vulnerado de forma flagrante, dado la expresión de se procurará hoy en día, 16 años después de lo firmado, obliga a facilitar halal a quienes lo soliciten.


Precisamente, uno de los que más bregó por aquel acuerdo fue Mansur Escudero, malagueño, alumno de los jesuitas y hoy presidente de la Junta Islámica. «Yo estuve en aquellas negociaciones y se aceptó poner la expresión se procurará porque, entonces, no había disponibilidad de halal y no se podía obligar. Ahora no es el caso», dice Escudero.


Según Isabel Romero, responsable del Instituto Halal, la Junta de Andalucía les recibió para tratar el asunto de La Jacaranda y El Romero. A través de la jefa del Servicio de Centros de Protección de Menores del Gobierno regional, Josefa Vázquez, se les respondió que no se iba a facilitar halal y que, si no estaban conformes, les quedaba la vía judicial. B. R., el coordinador de los dos centros donde han tenido lugar las denuncias, se negó a ofrecer su versión. La Consejería de Bienestar Social, de quien depende este servicio, no respondió tampoco al requerimiento de este medio.


En una carta remitida a Manuel Chaves, presidente de la Junta, los demandantes, con la Junta Islámica a la cabeza, demandan una solución. «Como alto cargo de un partido que propugna el diálogo de civilizaciones, le pedimos que curse las instrucciones oportunas a fin de que el derecho a la libertad religiosa de los menores ingresados en sus centros no sea vulnerado».


La petición a Chaves para que intervenga en persona equivale a un acto de fe. El caso es que el Corán no dice que Mahoma hiciera milagros.

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