Alemania no olvida

El Universal, TEXTO ENRIQUE MOLINERO CORRESPONSAL, 23-03-2008

BERLÍN. Más de 60 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Alemania está inmersa en una extraña carrera contrarreloj destinada a levantar una serie de monumentos que tienen la inédita meta de inmortalizar los pecados cometidos durante el Tercer Reich.Este aspecto fue resaltado por Avi Primor, ex embajador de Israel en Alemania, en una ceremonia para conmemorar la liberación de Auschwitz y que tuvo lugar en la ciudad de Erfurt.¿En qué parte del mundo uno puede ver una nación que erige monumentos para inmortalizar su propia vergüenza?, se interrogó el ex diplomático, quien agregó una frase amable para los habitantes de este país: Sólo los alemanes tienen la valentía y la humildad para hacerlo.Es cierto. Madrid tiene la Plaza Colón para recordar la hazaña del marino que dio riqueza y poderío al reino; Londres ha inmortalizado a Nelson; Moscú aún recuerda las glorias de la revolución con un monumento lúgubre la momia de Stalin, mientras París ofrece monumentos que recuerdan el glorioso pasado de la Grand Nation casi en cada esquina.Pero Alemania es la excepción. Este país vivió, después del fin de la guerra, un largo periodo de amnesia y cuando recuperó la normalidad perdida, optó por inclinarse ante sus víctimas con un raro y digno proceso de autoflagelación: comenzó a levantar monumentos dedicados a recordar el sufrimiento de las víctimas de los nazis.El más famoso, y quizás el más polémico, es el grandioso monumento dedicado a las víctimas judías del Holocausto, inaugurado en 2005. Es un enorme jardín plantado con moles de hormigón que podrían llenar dos canchas de futbol y está ubicado a escasos metros del monumental edificio de la cancillería, desde donde Hitler quiso conquistar el mundo.El primer proyecto del monumento estaba diseñado para recordar a todas las víctimas de la dictadura: judíos, homosexuales, gitanos, minusválidos y los conejillos humanos del doctor Mengele y sus secuaces. Pero no. Lea Rosh, una activista judía de Berlín, logró que el monumento sólo estuviera destinado a recordar a las víctimas judías del nazismo.En enero, el ministro de Cultura, Bernd Neumann, anunció que el gobierno autorizó la construcción de dos nuevos monumentos: uno para recordar a las víctimas homosexuales de los nazis (cerca de 7 mil murieron en los campos de concentración) y otro para recordar el sufrimiento de las etnias gitanas Sinti y Roma (500 mil gitanos murieron en la guerra).No es todo. Alemania está embarcada en una ansiosa carrera para construir nuevos monumentos que testifiquen para siempre la vergüenza nacional. En noviembre, el gobierno aprobó los fondos necesarios para poner en marcha un viejo proyecto: el Centro de la Topografía del Terror; un museo que será construido en el mismo terreno que ocupó la siniestra sede de la Gestapo.Además, la ciudad de Erfurt desea levantar un museo dedicado a los hornos crematorios y Munich, la capital de Baviera y que la historia registra como la cuna del movimiento nazi, decidió construir en el lugar donde Hitler fundó su partido, un museo llamado Centro de Documentación para la historia del nacional – socialismo, que abrirá sus puertas en 2011.

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