Uruguayos de ida y vuelta

El Universal, TEXTO CÉSAR BIANCHI GDA/EL PAÍS (URUGUAY), 23-03-2008

Natalia Vigneri y Eduardo Collins limpiaban dormitorios, atendían huéspedes y eran mozos en el hotel Conrad de Punta del Este a inicios de 2002. Cada uno ganaba 6 mil pesos uruguayos, unos 285 dólares. El fatídico año de la crisis bancaria que desplomó a Uruguay los dejó pensando. No pasaban hambre y tenían empleo, pero aprovecharon el empuje de la ola migratoria para probar suerte en Europa.La pareja se casó y en abril de 2002, cuando los noticieros no paraban de hablar de una de las crisis económico – financieras más importantes en la historia del país, ellos volaron a Tenerife, a la casa de unos amigos. Fueron dos de las casi 29 mil personas que ese año salieron con o sin papeles del Aeropuerto Internacional de Carrasco.El matrimonio se fue con la ciudadanía italiana de ella y la esperanza de documentación de residencia para él. Vigneri consiguió empleo en un restaurante a la semana siguiente de estar en la isla española; su marido obtuvo un empleo seis meses después, cuando tuvo el permiso de residencia.Este año regresaron al país. Se compraron un rancho en Punta del Diablo, un balneario de moda en el oceánico departamento de Rocha, para alquiler y descanso; mientras, estudian ofertas para adquirir una casa de residencia en el barrio de clase media Capurro, el mejor lugar del mundo para vivir según el escritor Mario Benedetti.Eso lo pudimos hacer con los ahorros que trajimos de allá. La idea es quedarnos a vivir en nuestro país y educar acá a nuestro hijo Máximo, de dos años. Y si se puede, volver a Europa pero a pasear y seguir conociendo, dijo Vigneri.Según la Encuesta Nacional de Hogares Ampliada del Instituto Nacional de Estadísticas de 2006, los migrantes de retorno como Vigneri y Collins son el 3.7% del total de la población uruguaya, es decir, unas 122 mil personas. En 1996 los emigrantes uruguayos eran 14% de la población, refirió el politólogo Martín Koolhaas. Podemos decir que ha retornado uno de cada cuatro migrantes uruguayos, y no es poca cosa.Según Koolhaas, el perfil del retornante uruguayo indica que está en su etapa laboral activa, con una edad promedio de 44 años desde 2000 a la fecha. Es un perfil muy similar al del emigrante: en su mayoría jóvenes (más de la mitad tenía menos de 30 al emigrar) y hombres, con un nivel educativo mayor al de la población residente en el país.La demógrafa Adela Pellegrino, tutora del informe de Koolhaas: Magnitud y características de la migración de retorno en Uruguay (1986 – 2006), dijo que su investigación desvirtúa algunas creencias arraigadas en el país en los años poscrisis. El mito ese del médico que se va a España a manejar taxis no lo encontramos. El stock de emigrantes uruguayos en el exterior, hasta 1996, era de 480 mil personas, según Pellegrino.Datos de la Dirección Nacional de Migración de 2004 indican que se fueron entre 7 mil y 7 mil 500 uruguayos, y en 2005, alrededor de 9 mil. A partir de 2006 se fueron 17 mil 497 personas del Aeropuerto de Carrasco, que no volvieron, y el año pasado, 16 mil 603.

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