Los actores inmigrantes se hacen un lugar en la escena catalana

El Periodico, IMMA FERNÁNDEZ, 23-03-2008

Cuando hace 20 años La Cubana estrenó Cómeme el coco, negro, a Santi Millán le tocó embadurnarse de pintura para meterse en la oscura piel de Rogelio, el caribeño del título. Ahora es Roelkis Bueno, un cubano de Guantánamo, ya nacionalizado, quien interpreta al personaje en el Coliseum sin falsos teñidos. Babu Cham, Aliou Danfa, Dominika Kojro, Ayoub El Hilali, Diego Fajardo y Frank Pietro son otros ejemplos de cómo el fenómeno de la inmigración ha llegado a la escena catalana con la presencia de actores extranjeros que poco a poco van abriéndose paso en nuestra cartelera. Algunos lo hacen incluso en catalán.
Roelkis Bueno, que era bailarín y actor en su Cuba natal, llegó a Barcelona para rodar una película y se quedó. Animó a la clientela de la discoteca Trauma y apareció en algunas series de TV – 3, hasta que un buen día llegó la troupe de La Cubana y lo contrató. “Yo no tenía ni idea de quiénes eran, pero todos mis amigos me felicitaban. Aluciné cuando estrenamos y vi que el teatro se llenaba cada día”. Cinco años de experiencia por estos lares le permiten hablar de las oceánicas diferencias con la isla de los Castro. “Allá no existe la seriedad y puntualidad de aquí. Si no van los autobuses, algún actor no aparece y los otros improvisan, pero, eso sí, la obra sale”.

INMERSIÓN LINGÜÍSTICA El senegalés Aliou Danfa también hace comedia. Comparte embrollo y risas con Joan Pera y Lloll Bertran en Òscar, una maleta, dues maletes, tres maletes y se lo pasa “genial con unos actores muy divertidos y buena gente”. Lleva apenas dos años y medio en Barcelona y ya habla catalán. “Si estoy aquí, debo aprenderlo”, asume el actor, curtido en la vitalista escena de Dakar.
Babu Cham llegó de Gambia en 1989 y su perfecto catalán le ha abierto las puertas, entre otras, de la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya, donde representa El cercle de guix caucasià, dirigido por Oriol Broggi, con quien también hizo Antígona. “Empecé en el teatro hace 15 años de rebote. Mi hermano, Lamin, trabajó con Flotats y me animó”. Debutó en el Teatreneu con Blau/taronja y ha pasado por la prestigiosa dirección de Sergi Belbel y Carme Portacelli, y por varias series y películas. “Conozco a un par de actores africanos que hacen teatro en catalán, pero espero que en pocos años tenga más competencia”. A veces, dice, ha sentido el “trato distinto” de verle “como africano y negro y no como persona”. Pero ahora, añade, hay directores como Broggi que le ofrecen papeles más allá de la piel y de su origen. “Personajes fuertes, con carácter” que le permiten romper el estereotipo de inmigrante.
Fue Carles Maicas quien abrió camino a los actores negros: “Hice unas pruebas a trabajadores africanos del Maresme para escenificar Els negres, de Jean Genet, en la Sala Casal de Mataró”. Era 1984 y de allí salieron Lamín Cham y Mulie Jarju, premiado en San Sebastián con Las cartas de Alou. “Los negros son actores natos, muy creativos y aprenden lenguas con facilidad”, valora.

REFLEJO DE LA REALIDAD
Àlex Mañas, autor y director de En cualquier otra parte, le dio la alternativa a la polaca Dominika Kojro, que llegó al Institut del Teatre con Erasmus. “Es muy buena. Hasta en la única crítica que dejó mal la obra, ella se salvaba”, subraya Mañas. “El teatro es un reflejo de la realidad y cada vez habrá más mestizaje”.
Marta Angelat dirige al marroquí Ayub El Hilali y al ecuatoriano Diego Fajardo en Enemigo de la clase, de gira por España (en junio llegará a Figueres). Violencia en las aulas a través de la mirada desorientada de seis alumnos conflictivos. Fajardo, de 21 años, es en la ficción “un producto de la calle” y en la realidad, “un fruto de la fe en uno mismo”. Llegó hace un lustro a Barcelona con la intención de estudiar y ser actor. “Mi padre me apoyó, los estudios eran carísimos pero me dijo: ‘Tú eres mi proyecto más ambicioso y lo vamos a ganar’. Me hizo llorar”.
Ayoub El Hilali tiene 18 años y una madre (Amina) y hermano (Hamzan), también actores. “Todo empezó con mi mamá, que ya en Marruecos soñaba con ser actriz”. Juntos hicieron Amina busca feina. “A mí me conocen como el morito que habla catalán”, suelta Ayub. “Lo que falta es que nos den papeles de médicos, profes o polis, como sucede en Francia. Que no caigan siempre en el asqueroso tópico”.

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