El campo no deja ni para comer

El Universal, Mónica Perla Hernández, 02-03-2008

GUADALUPE VICTORIA, Dgo. Aquí, más de la tercera parte de los hombres ha emigrado, sólo vienen para Navidad, se quedan hasta mediados de enero y se van, pues ya dejaron la siembra de frijol porque no les alcanzaba para el sustento.Magdalena Aranday es una mujer de más de 50 años, y aunque sus dos hijos están aún en esta entidad, uno es profesor y el otro estudia Ingeniería Civil, sus cuatro hermanos se fueron a Estados Unidos, y trabajan en Iowa.Aquí queda poca gente, porque muchos se llevaron hasta a las familias, y los que quedan le andan batallando para vender sus cosechas. Ni el maíz ni el frijol los pagan como deben, la tierra no deja porque nos pagan muy poco, reitera convencida de que limpiar casas, trabajar en las fábricas, empacadoras o en tráileres de Estados Unidos, les permite tener mejor nivel de vida, que aquí no tienen.Buscan otro empleoRelata que también ella misma se ha ido los últimos dos años, por temporadas, a Iowa para trabajar limpiando casas.Qué hace uno acá, cada vez alcanza menos, mis hermanos por eso no se regresan, porque el campo ya no produce para comer ni para mantener a los hijos; eso era antes y ya se acabó, por eso se fue mi papá, que ya tiene más de 10 años allá, y de plano ya no viene ni en las vacaciones, apunta con un dejo de tristeza Magdalena.Después piensa en cómo es la vida de los campesinos que todavía quedan en esta población, ubicada en la zona llanera del estado y corrige: Sí, sí hay quien aún gana con el frijol, que es el producto que más se cosecha en esta zona que es el granero más importante de la entidad, y estos son los coyotes.La gente que tiene dinero aquí, es la de las familias que nos compran el frijol a cuatro pesos el kilogramo, y luego lo revenden al doble, o al precio que les da gana, porque a eso se dedican, a coyotear, anota y en su rostro se refleja la rabia.

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