Otra cultura, la misma ley

Diario Vasco, JORGE SAINZ, 29-02-2008

SAN SEBASTIÁN.DV. La propuesta del candidato del PP, Mariano Rajoy, para que los inmigrantes firmen un ‘contrato de integración’ y respeten las «costumbres españolas» ha provocado un importante debate en el seno de este colectivo, cada vez más numeroso. El Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, cifra en 29.040 el número de extranjeros que residían en Gipuzkoa en 2007, aproximadamente el 4% de la población. Cuatro inmigrantes que viven y trabajan en nuestro territorio se pronuncian sobre esta controvertida iniciativa.

AHMED ZAIDANI

Marruecos

El marroquí Ahmed Zaidani recibe en su casa descalzo y ofrece té al visitante, como muestra de hospitalidad. Enseguida expresa su completa discrepancia con el contrato de integración que plantea Rajoy. «Busca pagar con los inmigrantes la factura de su fracaso. En España y en Europa, cuando hay elecciones siempre hay partidos que intentan crear preocupación entre los ciudadanos con este tema. Van contra los inmigrantes».

Zaidani, licenciado en Derecho y residente en Azkoitia, cree que el problema de la inmigración es demasiado grave y complejo, ya que España es la puerta de Europa, como para que se resuelva con «paridas mentales como la del señor Rajoy». Este joven magrebí no comprende la obligación de cumplir las ‘costumbres españolas’. «Hay que respetar todas las culturas. Yo soy musulmán y tengo otra cultura. Mi mujer lleva velo. Tenemos nuestras costumbres y hay que respetarlas», insiste. Asegura que se indigna al escuchar las propuestas de Rajoy ya que «cuando ha estado en Melilla no dijo nada del velo, quizás porque hay 14.000 potenciales votantes y no se atreve a hablar de eso».

Zaidani responde al líder del PP que «si tuviéramos los mismos derechos yo podría ir a votar el día 9 y, sin embargo, no puedo». Tampoco muestra especial entusiasmo por Zapatero. «Cuando en 2000, también en plena campaña electoral, se produjeron los incidentes de El Ejido, con persecución a marroquíes, no vi a nadie que se atreviera a condenarlo tajantemente, todos lo hicieron de forma demasiado suave», rememora.

Defiende las ventajas que supone para España la inmigración. «La economía ha crecido gracias a los inmigrantes, que cotizan a la Seguridad Social». Además hay que resaltar la «mezcla de culturas». Sobre la asociación que se hace entre inmigración y delincuencia, el joven marroquí pide a algunos de sus compatriotas que «no hagan cosas que perjudican a todos. Lo que hay que hacer es respetar la ley más que hablar de ‘costumbres españolas’».

GERMANIA CÓRDOBA

Ecuador

Germania Córdoba sostiene que «aunque nos adaptemos a la vida de acá nunca seremos iguales ni parecidos. Llevo el ser latina dentro de mí y no podría quitármelo». Acaba de regresar de su Ecuador natal a Tolosa, y aunque confiesa vivir a gusto en la villa papelera no puede ocultar que echa de menos «el calor que te da la gente allá, Aquí la gente es más fría».

Germania, de 31 años, no se muestra ni a favor ni en contra del contrato de integración, aunque si tuviera que firmarlo cree que «lo haría sin problemas». «Adonde quiera que vayas tienes que adaptarte, pero no puedes hacer que cambie la gente». No obstante, preguntada sobre los niveles de delincuencia entre la inmigración, uno de los fundamentos de la propuesta del PP, sí que cree que «aquí hay gente que hace cosas que en su país no hace. Es una pena. Es por el sistema, porque los padres en Ecuador tienen más autoridad sobre sus hijos y aquí, no. Esta situación perjudica a los que venimos a trabajar porque la gente piensa que venimos a hacerles daño. Puede que haya algunos pero no todos somos iguales», recalca.

La joven, que entre sus proyectos tiene el de abrir un negocio de manicura para pintar las uñas con soplete, una técnica muy popular en su país, niega que los inmigrantes trabajen peor que los autóctonos. «Sí es cierto que a algunos les basta con trabajar y ‘pasar’ (que me vean que hago como que trabajo) y esto puede perjudicarnos, pero muchos trabajamos igual o más que cualquier otra persona», defiende.

Germania admite haber encontrado dificultades para la adaptación en el País Vasco. «En Tolosa se habla mucho euskera y en algunos trabajos a veces tenía esa barrera». Ahora ha encontrado una amiga que le está enseñando algunas palabras para irse manejando.

XIAOQING YE

China

Lleva más de diez años en nuestro país e, incluso la han bautizado como Ana, pero a Xiaoqing Ye le cuesta todavía dominar el castellano. «Sin embargo, mis hijos van a colegios de aquí y hablan hasta euskera», bromea. Ye también es de la opinión de que si un inmigrante se dedica sólo a trabajar se eliminan muchos problemas. «¿Firmar un ‘contrato de integración’? Yo y mi familia somos muy formales y no tendría problemas. Pero depende de cada uno», dice.

La joven, que regenta el restaurante asiático Han Bar en la calle Mayor de Irun, no está tan de acuerdo con lo de respetar las costumbres españolas. «Eso sí es diferente, nosotros tenemos nuestras costumbres. Cada uno debe guardar su cultura y vivir juntos». A ella no le ha ido mal así. «Yo me llevo muy bien con la gente de aquí y creo que llevo una vida como cualquiera de Hondarribia o Irun».

Entiende que a la gente de aquí le extrañen comportamientos como el de «los chinos que tienen bazares y abren a todas horas». «Los chinos somos muy trabajadores. En China, se dice que una persona buena es una persona trabajadora, y no lo hacen para fastidiar a nadie sino para vivir mejor. aunque sí que he oído quejas de comerciantes de aquí». Ye cree que «es verdad que debemos cambiar la mentalidad. Hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar, que es lo que hacen muchos chinos que vienen aquí». Ella, asegura, sí disfruta de su tiempo libre para estar con los suyos.

Ana quiere desmitificar ciertas leyendas urbanas que circulan sobre sus compatriotas, como la que dice que en España nunca hay entierros ni funerales de chinos. «Claro que hay chinos que mueren aquí, pero cuando nos hacemos viejos o estamos muy enfermos vamos a China, por el problema del idioma al hablar con los médicos de aquí. Por eso la mayoría fallece allí».

JUAN MBA

Guinea Ecuatorial

Juan Mba, africano de Guinea Ecuatorial y residente en Pasai San Pedro, opina, sobre la iniciativa del PP, que si «el que manda dice que hay que firmar un contrato pues no habrá más remedio que hacerlo. Habrá que aguantarse, aunque hay que saber en qué consiste exactamente». No obstante, realiza varias precisiones. «Cada uno debe comportarse como una persona, no hace falta que nadie te lo diga», explica.

Mba, que trabaja en la casa de Guinea Ecuatorial, en la plaza del mismo nombre ubicada en Intxaurrondo, admite que «no me gusta meterme en política. Sólo sé que cuando una persona va a otro país debe poder vivir con seguridad, tenga o no trabajo». Este inmigrante guineano apuesta claramente por separar delincuencia de inmigración. «Quien roba es Aitor o Pepito, pero no un africano o un rumano. Es igual que sea español o extranjero. Nosotros estamos para vivir en paz y yo sí que creo que hay que aplicar la ley para el que roba. A mí desde luego nadie me conoce en comisaría».

Mba no cree que deban obligarles a aceptar las «costumbres españolas». «Está claro que uno es de donde vive, pero sin olvidar las costumbres de donde viene. Pero las costumbres buenas, porque por ejemplo no me gusta la ablación del clítoris a las niñas, que es una tradición en países del África del Oeste, pero no en Guinea Ecuatorial». Desde el local de la Casa de Guinea, al final del paseo de Mons, Mba y el responsable de la asociación, el guineano – donostiarra Lorenzo Bacale, ayudan a todo aquel que lo necesite, por ejemplo para traer niños enfermos de Guinea a que les curen aquí, y desearían poder modernizar el local.

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