Un manifiesto que vincula inmigración e inseguridad levanta polémica en Salt

El País, N. IGLESIAS, 11-02-2008

Salt es lugar de convivencia de hasta 75 nacionalidades diferentes. Es una gran riqueza cultural que, no obstante, hace compleja la cohesión social. La mediación y el diálogo con los nuevos vecinos son las herramientas más valoradas para integrar y tender puentes entre culturas. Por ello, un manifiesto publicado esta semana que relaciona la inmigración con la inseguridad ciudadana ha sentado como un jarro de agua fría en muchos sectores.

Los autores del documento son los representantes de cuatro asociaciones vecinales de Salt, a las que se ha unido la Federación de Comerciantes. Dicen estar “hartos” y haber perdido la paciencia. “De esa ya hemos tenido demasiada en los últimos años”, zanjan. Denuncian el “deterioro de la convivencia ciudadana”, exigen “incrementar urgentemente la presencia policial en las calles” y reconocen “un cierto rechazo” e incluso sentirse invadidos por la comunidad extranjera.

El escrito lo han presentado ante el Ayuntamiento, al que critican por su actuación “ambigua” ante el fenómeno migratorio. Las asociaciones dicen que los extranjeros incumplen normas municipales. Se quejan de falta de “higiene y orden” en las calles y, especialmente, de la presencia en las aceras y esquinas de grupos de ciudadanos inmigrados. “Nos sentimos inseguros con toda esa gente ocupando la calle”, resume el representante de los vecinos del barrio viejo. La federación de comerciantes denuncia la instalación “indiscriminada y desordenada” de comercios y locales. Es una situación que, a su juicio, crea “graves conflictos”.

Se trata de una visión que no comparten la mayoría de los comerciantes de origen extranjero que regentan carnicerías, barberías, locutorios, sastrerías y restaurantes. “¡Qué problemas! Yo pago mis impuestos, pago un piso, llevo a mis hijos al colegio, vivo tranquilo en Salt”, comenta Ismail, propietario de una carnicería halal. Las asociaciones africanas e islámicas creen que el documento vecinal es “exagerado” y lamentan que no hayan contado con ellos para redactarlo. “Dicen que tenemos resentimiento y no es verdad”, asegura el presidente de la asociación gambiana Keneba Kantora.

El documento ha creado malestar en sectores que se dedican a fomentar la convivencia y la integración de los inmigrantes, que representan casi el 40% de los 29.000 habitantes de Salt. “Nunca hemos tenido problemas de convivencia y nuestras aulas son un reflejo claro de la sociedad de Salt”, asegura Lourdes Triadó, directora de la Escuela de Adultos, donde muchos extranjeros acuden para aprender catalán y castellano.

Gemma Bosch, directora del colegio La Farga, donde los alumnos foráneos representan el 80% de las aulas, no aprueba el manifiesto y cree que los vecinos actúan así por miedo. “Temen al otro, al desconocido. Nos esforzamos mucho en enseñar a los inmigrantes cómo es la sociedad de acogida, pero debería ser recíproco”, apunta. La mediadora cultural Montserrat García considera que hace falta “más diálogo y menos policía”. Cáritas, por último, opina que el manifiesto puede deberse a sobre todo a la pérdida de puestos de trabajo en la construcción. “En épocas de vacas flacas pueden saltar las rencillas entre los de aquí y los de fuera”, comentan.

El Ayuntamiento, encabezado por la socialista Iolanda Pineda, entiende “en parte” las preocupaciones vecinales. Fuentes municipales afirman que ya han tomado medidas para solventar algunas quejas. “Se ha aprobado una nueva ordenanza municipal y se están realizando inspecciones en locales comerciales y en locutorios para detectar posibles irregularidades”, señala Pineda.

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