Clanes marcados por el odio

El ataque a disparos a la prima de uno de los acusados por la matanza de Alziraen 2006 reabre un enfrentamiento que amenaza con seguir cobrándose víctimas

Las Provincias, M. A. J., 03-02-2008

La venganza es un plato que se sirve frío". La famosa frase bien puede aplicarse a la pugna entre dos clanes de etnia gitana que se mantiene en Alzira desde 2006. El 30 de marzo de ese año está marcado con letras de sangre en la historia del crimen en la Comunitat Valenciana.

Como en una tragedia lorquiana, el amor y los actos que se pueden hacer en su nombre quitaron la argolla de una granada que no tardó en explotar. Un joven de 22 años miembro de uno de los clanes, conocido como los Kung Fu, se enamoró de una joven miembro de una familia rival, los Mantequilla. Su intención era casarse con ella y para ello estaba dispuesto, presuntamente, hasta llegar al secuestro de la joven.

Según se desprende de las investigaciones, al llegar este plan a oídos de los Mantequilla se gestó la llama del odio. Reunidos varios miembros de esta familia, se encaminaron, con un buen número de armas, hasta un domicilio de los Kung Fu situado en la calle Alonso Ojeda, en el alcireño barrio de l’Alquerieta.

Aquella tarde corrió mucha sangre. Allí, prácticamente sin mediar palabra, comenzaron a disparar contra quienes estaban en la casa. La matanza se saldó con cuatro personas muertas, el propio joven enamorado, su hermano, su padre y su tío. Además, tanto la madre del joven como otros miembros de ambos clanes resultaron heridos por arma blanca o por disparos de bala.

Sólo era el primero de un capítulo de venganzas, según prometían los propios miembros de las familias, que no enterraron su odio junto a los muertos. A los pocos días apareció totalmente quemada una vivienda que habían ocupado varios miembros de los Mantequilla. Tras estas primeras semanas de máxima tensión y estrecha vigilancia policial, las aguas volvieron a su cauce.

Pero el jueves volvieron a desbordarse. La prima de uno de los implicados en la matanza de 2006, una joven embarazada, se disponía a entrar en un centro comercial de Alzira. En ese momento, dos personas, un hombre y una mujer, descendieron del coche y le dispararon cuatro tiros. Dos de las balas impactaron contra un coche estacionado en el aparcamiento. La tercera alcanzó una papelera y la cuarta hirió a la joven en el glúteo. La víctima se recupera ahora de sus lesiones en el Hospital Universitario de la Ribera. Según las estimaciones de los médicos, ni ella ni su futuro hijo corren peligro.

Minutos después del tiroteo, que tuvo un buen número de testigos, no tardó en conocerse lo ocurrido. La matrícula del coche se cotejó de inmediato y se confirmaron las peores sospechas: pertenecía a miembros del clan rival al de la víctima. Así se inició una búsqueda de los autores que continuaba al cierre de esta edición. Hasta el momento sólo se ha recuperado el vehículo. Los agentes no descartan que los autores estén recibiendo protección de familiares lejos de Alzira.

El nuevo ataque se ha traducido en un importante aumento de la vigilancia policial en los lugares en los que habitan miembros de los clanes enfrentados, tanto en la Ribera como en otras zonas de la provincia.

En las horas posteriores al incidente, el dispositivo fue especialmente intenso en el hospital, donde permanece la mujer herida, y en el barrio de la Alquerieta. Por estas zonas patrullan efectivos de la Policía Nacional para evitar que la espiral de venganzas siga creciendo.

El abogado de dos de las ocho personas que se encuentran ingresadas en prisión acusadas del tiroteo de 2006 aventura que el juicio podría comenzar a celebrarse durante el próximo mes de abril, casi dos años después de la tragedia. Garantizar la seguridad no será tarea fácil.


“El miedo no se va nunca”

Mientras, vecinos del barrio de l’Alquerieta ajenos a esta pugna en sus calles viven la situación “con un cierto sentimiento de miedo que no se va nunca. Tememos que, aunque sea de manera indirecta, cualquier nueva venganza pudiera afectarnos a nosotros o a nuestras familias”.

Todos las personas consultadas por LAS PROVINCIAS se mostraron muy reacias a comentar sus impresiones. Por el barrio planea un miedo y un secretismo que casi se puede tocar. Uno de los vecinos ve muy oscuro el futuro del conflicto: “Más pronto o más tarde, y ojalá me equivoque, se producirán nuevos episodios violentos. Se trata de gente que si dice que se vengará, lo hará. No tienen prisa, pero lo harán”.

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