Miles de ecuatorianos dieron aliento y alegría al Espanyol

El Universo, Jaime Cevallos, 30-01-2008

| BARCELONA, España

Solo la barra de Ecuador entró gratis. Copó hasta la grada de acceso, algo inusual en España.

El Espanyol “se metió en el bolsillo” a los diez mil ecuatorianos que el pasado domingo prácticamente “desfondaron” el arco sur del estadio Olímpico Lluís Companys.

No fue una buena tarde para el Espanyol, que cayó ante Betis 1 – 2 cuando, paradójicamente, se vio con un público entregado, con voces venidas desde los Andes, del Pacífico, dispuestas a empujarlo hasta la victoria.

Pero no pudo ser, pese al espectáculo de banderas blanquiazules bamboleándose en las manos de miles de ecuatorianos, en las mismas manos de quienes en su día se ganaban la vida –o todavía se ganan– recogiendo fruta en los campos de Lleida, en las manos de esos inmigrantes que trabajan en la construcción, en la hostelería o como empleados de casa.

Los ecuatorianos no le fallaron al Espanyol y correspondieron a la invitación acudiendo masivamente al campo.

A las 16:45, a 15 minutos del inicio del partido, la fila para entrar por la puerta 13 era interminable, lo que puso en apuros a empleados del Espanyol.

La gente seguía llegando y en el arco sur –reservado para los ecuatorianos– ya rebosaba.

Con gran pericia, los empleados del Espanyol retiraron las grandes pancartas publicitarias colocadas sobre las graderías situadas tras los arcos –las que usualmente se colocan para disimular la falta de público– y que todos puedan sentarse.

Ni así se solucionó la situación, todos los asientos fueron ocupados, y el resto de gente tuvo que acomodarse en las gradas de acceso, algo impensable en los estadios españoles.

Las banderas tricolores también ganaron protagonismo, ondeando al viento junto a las del Espanyol. Una gran bandera de Ecuador, de 30 × 15 m, circulaba por el gol sur, de mano en mano, dando al estadio un espectáculo indescriptible.

Si alguien no hubiese sabido que en el campo estaban el Espanyol y el Betis, habría supuesto –por el ambiente del arco sur– que la que jugaba era la Selección de Ecuador.

“Espanyol Oé”, gritaba la barra del Espanyol, la única que normalmente apoya al equipo y que destaca entre esa afición fría, más que el peor invierno, y desde esa área, los ecuatorianos respondían “Espanyol Oé”.

Luego los ecuatorianos hicieron varias olas que avanzaban del sur y llegaban a las generales, pero morían por la poca euforia de hinchas españoles.

Se explotó de alegría cuando un ecuatoriano, bandera en mano, comenzó a gritar “Aucas, Aucas, Aucas…”. Otros respondieron que no era del Aucas, sino del Lorenzo. “¿Qué Lorenzo?”, preguntó el hincha de Aucas, y le respondieron en coro que del Lorenzo Ponce.

Carlos Felipe Zambrano, un balzareño que acudió al estadio con cuatro familiares, dijo que su corazón es del Emelec, “pero el Espanyol también es azul… Me motiva que los dirigentes (del Espanyol) nos hayan invitado, porque es posible que entre los ecuatorianos encuentren mejores hinchas”, dijo.

Razón no le faltó. Era fácil ver a niños ecuatorianos con la camiseta del Espanyol hinchando por el equipo, que a veces parece un convidado de piedra de Barcelona, donde el Barça reina entre los catalanes.

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