TRIBUNA

No son guetos

La Vanguardia, Montserrat Rius Almoyner - Tutora del aula de acogida del IES Vila de Gràcia. Barcelona, 29-01-2008

Pensemos en el bien del alumnado y olvidémonos de partidismos
El Gobierno catalán piensa implantar en el curso próximo unas aulas especiales para alumnos inmigrantes que lleguen durante el curso escolar y que les permitirán integrarse al aula ordinaria con un mínimo de conocimientos lingüísticos. Detractores y defensores se afanan urgentemente a desenvainar espadas y afilar opiniones. Los primeros no se cortan un pelo al tachar estas aulas de guetos que lo único que conseguirán es segregar aún más. Los segundos respiramos con cierto alivio al pensar que, por fin, el Departament d´Educació se ha puesto manos a la obra.

Las cosas, muchas veces, no son ni como se piensan y, mucho menos, como se imaginan. Voy a esgrimir algunos argumentos a favor de la implantación de estas aulas. No es lo mismo integrar a un alumno inmigrante de primaria – de 6 a 12 años- que a un alumno de secundaria – de 12 a 16 años-. Como tampoco lo es integrar a uno de 6 años o uno de 10. Un niño o niña tienen muchísima más facilidad para integrarse en un aula ordinaria que un o una adolescente. Sin olvidar la presión que existe en la secundaria – institutos- para cumplir con unos objetivos del programa educativo. Aún existe un problema mayor, y es la lengua de origen de estos alumnos. El alumnado de lengua románica, especialmente castellano, puede vivir perfectamente en Catalunya “a pesar”, según algunos, de la lengua propia del país, que es el catalán. El procedente de China o Rusia, por poner dos ejemplos, sobreviven como pueden, en Catalunya y en el resto del Estado. Y un último factor sería el nivel escolar de cada uno de estos alumnos, que va desde la plena y efectiva escolarización hasta el casi analfabetismo, por ser prudentes y no saltarnos el “casi”.

Las aulas especiales no son ningún gueto, sino la respuesta a una problemática a la que los docentes nos enfrentamos durante todo el curso.

Cierto que mucha gente piensa que las actuales aulas de acogida, creadas hace unos cursos, deberían y podrían solucionar este problema. En estas aulas se acoge a ese alumnado en el sentido más amplio de la palabra, no sólo lingüístico. Pero a la vez, y durante unas horas, se incorporan al aula ordinaria. Y aquí la respuesta es diferente para cada uno de los alumnos según la suma de los factores antes expuestos y algunos más que, por necesidad de espacio, obviamos. Habrá que ver de qué manera van a funcionar estas futuras aulas de acogida, habrá que crear y rectificar si nos equivocamos, pero, por favor, pensemos por una vez en el bien de estos niños y adolescentes, olvidémonos de partidismos y hablemos con conocimiento de causa. Eso es una realidad y que nadie se rasgue las vestiduras, lo contrario sería de una hipocresía que rozaría el cinismo.

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