No es casual que de los cuatro grandes temas de Estado que el Govern y la oposición se han planteado negociar a fondo en esta legislatura, el de la inmigración se haya dejado para el final. La integración de los inmigrantes, especialmente los musulmanes, no está presente en la agenda de la vida política. Es un tema tabú. Sólo aparece en campaña electoral y normalmente sirve para que los partidos de izquierda – PSC e ICV- acusen a los de la derecha – CiU y PP- de actitudes xenófobas. Los medios de comunicación también se conducen con el seguro de freno puesto para evitar ser acusados de promover actitudes racistas. Como este debate es políticamente incorrecto, las informaciones se limitan a narrar algún episodio de crisis entre los derechos y los deberes de los recién llegados y pocos se atreven a ir más allá. Así, de forma aislada, se habla sobre los menús de los colegios, el uso de pañuelos o referentes religiosos por parte de los alumnos o si las niñas están obligadas a hacer educación física.

El discurso oficial es muy ponderado. Es cierto que ya no se predica la filosofía del papeles para todos,pero existe un temor reverencial a aparecer como un autoritario inquisidor de los derechos de los nuevos inmigrantes. Esta opinión publicada está muy lejos de lo que es la Catalunya real. Vale como botón de muestra la encuesta de un programa líder de audiencia en Catalunya – Els matins de TV3-, donde el 95% de los espectadores cree que existe en Catalunya un trato de favor hacia los inmigrantes. Un dato para retenerlo y valorarlo cuando la época de vacas gordas que estamos viviendo llegue a su fin.

La tónica general de las autoridades públicas de no hacer ruido en este asunto se ha visto alterada por un tema colateral: la decisión del conseller de Educació, Ernest Maragall, de crear aulas especiales para los alumnos extranjeros que llegan a mitad de curso. Su razonamiento es que su adaptación al idioma y a las costumbres del país generaba una ralentización del aprendizaje del resto de los alumnos. Discutible o no, Maragall ha adoptado una actitud valiente, que no sé si su gobierno habría tomado hace un par de años.

Las reacciones que ha suscitado su medida han sido muy dispares, pero propias de una sociedad madura, sin entrar en acusaciones xenófobas, lo que se ha de agradecer. El propio ex president Jordi Pujol no ha tenido reparos en pedir a su formación que apoye las medidas que está ultimando Educació y no se deje llevar por actitudes oportunistas desde la oposición.

La decisión de Maragall y las consiguientes reacciones que se han producido son propias de un país normal. No podemos esconder más tiempo la cabeza debajo del ala, huyendo de un debate que se va a producir más pronto que tarde. Y es mucho mejor que sea impulsado por la Administración y no sea fruto de reacciones viscerales de la población. La inmigración debe dejar de ser un tabú.

Puigcercós visita a Colom

El conseller de Governació, Joan Puigcercós, protagonizó el pasado noviembre un viaje sorpresa a Casablanca para entrevistarse con el ex dirigente de ERC Àngel Colom. Los dos llevaban unos diez años sin hablarse como consecuencia de la ruptura de Esquerra y la creación del PI, a pesar de haber sido uña y carne en los primeros años de liderazgo de Colom. El veterano independentista aboga por un pacto entre CiU y ERC.

Bono y el veto a Esquerra

No le costó mucho a José Luis Rodríguez Zapatero convencer a José Bono para que volviera a la política y pudiera aspirar a la presidencia del Congreso. Pero el dirigente manchego puso algunas condiciones. Una de ellas fue que el PSOE no volviera a pactar nunca más con una fuerza independentista como Esquerra. Lo realmente importante fue que Zapatero le aseguró que esto no volvería a suceder y limitaría sus pactos nacionalistas a CiU y a PNV.

Laporta y la política

Las especulaciones en torno al futuro político de Joan Laporta no dejan de producirse. La revista El Temps le dedica la portada y un amplio espacio en su último número. En una encuesta sobre su posible desembarco en la política, destaca especialmente los grandes elogios que le tributan Oriol Pujol y Joan Ridao. ¿Por qué será?