El párroco de Artica crea un hogar en el que viven 9 estudiantes de varios países

- La Fundación Encinar de Mambré busca dar un apoyo a jóvenes con recursos limitados - El sacerdote Nacho Iturria, de 44 años, convive con ellos en un "ambiente familiar"

Diario de Navarra, M.J. CASTILLEJO.. PAMPLONA, 28-01-2008

Un hogar con “ambiente familiar y valores cristianos” para jóvenes estudiantes o trabajadores, de otros países y de Navarra, con recursos limitados para acceder a una vivienda. Es el proyecto que desarrolla la Fundación Encinar de Mambré, creada en el 2005 por Nacho Iturria Repáraz, sacerdote diocesano y párroco de Artica, donde se ubica el hogar, en una casa cedida por una familia navarra.
En ella convive con 9 jóvenes universitarios, 7 de Costa Rica, Ecuador, Venezuela y Honduras y otros 2 de Tudela. El hogar se sostiene con donativos y aportaciones solidarias.

Nacho Iturria, nacido en Madrid hace 44 años y cuya familia es de Elizondo, se ordenó sacerdote en Toledo y desempeñó diversos cargos en esta ciudad. En el 2000 vino a Navarra, pasando por la parroquia San Jorge de Tudela, la parroquia El Salvador de la Rochapea en Pamplona y ahora la de San Marcelo de Artica.

De un pasaje de la Biblia

Según cuenta, viendo el fenómeno de la inmigración y los problemas de vivienda por sus altos precios, leyendo la Biblia se le ocurrió la idea. Encinar de Mambré hace referencia a un pasaje del Génesis 18, 1 – 15: “… Se le presentaron a Abraham tres extranjeros. Él los acogió en su casa y les ofreció un banquete… Por su generosidad Dios le bendijo”. “Se trata de acoger en un clima familiar, con valores humanos y cristianos, a jóvenes para ayudarles a vivir en nuestra sociedad y que puedan aportar cada uno sus cualidades”. No es, añade, ni un piso de estudiantes, residencia o colegio mayor ni una comunidad religiosa o de futuros sacerdotes. “Cada uno tiene su llave y se organiza de forma autónoma”, dice. Estudian, se reparten las tareas domésticas – salvo la comida, de la que se ocupa una mujer – , salen con sus amigos o sus novias…

Eso sí, comen y cenan juntos y comparten experiencias y expectativas, “muy enriquecedoras para todos al ser de diferentes lugares”. Al principio se acogió a trabajadores, pero con el tiempo vieron que la demanda venía más de estudiantes universitarios que, por diferentes circunstancias, tenían dificultades para hacer frente a todo lo que supone matricularse, libros, etc. y además pagar el alquiler de un piso.

Es el caso de Vicente Alarcón Pérez, tudelano de 21 años, de madre viuda y que estudia 3º de Derecho en la UPNA. Está en el hogar desde mayo de 2006. “Vine a Pamplona a vivir con una tía pero falleció y me encontré sin saber si iba a poder seguir estudiando”, cuenta. Ya había intentado estudiar y trabajar a la vez (de comercial), pero “era muy difícil”. La “providencia” hizo que un compañero de curso, José Luis Sagaseta, tudelano de 23 años, le hablara del proyecto. “Si hubiera tenido que dejar de estudiar y ponerme a trabajar, lo hubiera hecho. Pero me parecía una pena no aprovechar mi capacidad”.

Otros han venido de muy lejos, como los hermanos José Jesús (J.J.) y Pancho Cereño Sosa, de 17 y 21 años, nacidos en Venezuela. El primero en llegar fue J.J., en septiembre de 2007, seguido por sus padres, que se instalaron en Pitillas, y por su hermano.

“Nuestros padres han hecho un gran esfuerzo para que podamos estudiar, vendieron todo lo que teníamos en Venezuela y mi padre buscó trabajo aquí”, explica J.J. Cedeño, quien llegó, convalidó sus estudios de Bachiller, superó la selectividad en septiembre y en octubre ya estaba en la Universidad de Navarra estudiando la doble licenciatura de Filosofía y Periodismo.

“Siempre me ha gustado la Filosofía y pensaba que aquí la formación sería de mayor calidad, además de tener más posibilidades después de trabajo”. El joven se muestra “contentísimo” de haber conocido a Nacho Iturria y su proyecto, del que supo por una vecina de Pitillas. Su hermano Pancho está preparando la selectividad para presentarse en junio y tiene previsto estudiar Derecho en la UPNA. “Estamos felices”.

Un voluntario en el proyecto

Peculiar es la decisión que tomó Ismael Bachir Aguinaga, de 19 años, nacido en Málaga y residente en Navarra desde hace siete años con su madre y su hermana. Estudia 1º de Historia en la UN, quiere especializarse en Historia Contemporánea y ser profesor de niños. El joven vive “voluntariamente” en Artica desde el principio. “Mi madre, muy ligada a la parroquia de El Salvador de la Rochapea, donde vivíamos, me habló del proyecto de Nacho”, explica. No dudó en prestarse voluntario para ayudarle. “Me gustaba la idea y lo de vivir en un ambiente cristiano”. Y era un modo de “emanciparse”. Además, valora la convivencia intercultural que tienen frente a la xenofobia.

La casa, de unos 400 m2 en dos plantas y sótano, tiene 7 habitaciones, 2 salas, baños, cocina, terraza y un pequeño jardín, además de capilla, aunque nadie está obligado a acudir a misa, recalca el sacerdote. Él ejerce una labor de cohesión y de “estar ahí” para cualquier duda o necesidad espiritual o del tipo que sea, al tiempo que realiza su trabajo de párroco y comparte las tareas domésticas como uno más.

Además de los jóvenes citados, están los gemelos Philippe y Stephan Trussart, de 19 años y de Costa Rica, que estudian 1º de LADE Bilingüe y Arquitectura Superior, respectivamente, en la UN; Mauricio Molina, hondureño de 18, en 1º de Derecho en la UN; José Luis Sagaseta, 3º de Derecho, UPNA; y Juan Bernardo Chumo Pazmiño, ecuatoriano de 22 años, en 2º de LADE en la UN.

Todos ellos se muestran plenamente conscientes de la “responsabilidad” que tienen con sus benefactores – la familia que cedió la casa, los socios que aportan dinero para sostenerla… – , que hacen posible que puedan estudiar y cumplir sus sueños de futuro.

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