Arteixo, Arteijo y Arteisito

La Voz de Galicia, Alberto Mahía, 28-01-2008

Gallegos, magrebíes, sudamericanos y rumanos conviven «en buena sintonía»?en uno de los municipios gallegos que más inmigrantes recibieron el año pasado

Gallegos, magrebíes, sudamericanos y rumanos conviven «en buena sintonía»?en uno de los municipios gallegos que más inmigrantes recibieron el año pasado

Arteixo es un municipio medio, con una población de 27.713 personas, de las que 1.300 son extranjeras. La multiculturalidad se ve en sus calles, en sus fábricas y en sus negocios, siendo uno de los concellos que más inmigrantes acogió en el regazo de su censo el año pasado. ¿Qué tendrá ese lugar para gustar tanto a los foráneos? Muy sencillo: trabajo, tranquilidad, buena convivencia, viviendas a menor precio y a diez minutos en coche de una gran ciudad.

Este concello siempre se caracterizó por atraer inmigrantes magrebíes. De hecho, es uno de los pocos lugares gallegos que cuenta con mezquita. Hasta el año pasado, en que los sudamericanos superaron por primera vez a los magrebíes como el mayor grupo de extranjeros asentados en Arteixo. Colombia, Brasil y Argentina son los países que más nuevos vecinos aportan. También se ven muchos rumanos. De Sudamérica hay actualmente 513 personas. El número de magrebíes está ahora en 314. Y se llevan de rechupete con los lugareños. Y eso que los expertos en flujos migratorios afirman que en países acogedores de inmigrantes comienzan a surgir tiranteces cuando el número de extranjeros representa el 10 por ciento de la población. En Arteixo, de momento, con una población inmigrante del 5 por ciento, la convivencia es «única, perfecta, respetuosa y tolerante», según apuntan desde la concejalía de Servizos Sociais.

Cuentan los marroquíes que el primer compatriota que pisó Arteixo lo hizo en los ochenta. A aquel aventurero le fue bien. Pronto se supo de sus provechos entre sus amigos, vecinos y familiares de Beni Mellal, lo que animó a muchos a seguir sus pasos. Con el tiempo, fue un éxodo. Hoy, el 90% de la nutrida población marroquí de Arteixo procede de esa región central de Marruecos. La gran oleada de los noventa trajo a Hasán a Galicia. Siguió los pasos de su hermano, al que le iba y le va muy bien en el sector del comercio. A Hasán le llaman catalán por la calle. El mote le viene porque bebe los vientos por el Barça. No por otra cosa. Dice estar «encantado» de vivir en Arteixo, un lugar en el «no se siente uno extranjero». La razón de tan buen rollo la encuentra él en la idiosincrasia del propio pueblo gallego, «que tanto emigró a América».

Califa es el responsable de la mezquita. Al igual que Hasán, opina que el municipio «es un ejemplo de convivencia, donde jamás hay un problema». Eso es así porque «la gente que busca su futuro en Arteixo viene a trabajar, a integrarse, a encauzar una nueva vida, a darles a sus hijos un futuro. Eso lo aprecian los que nacieron aquí». Algunos de sus hijos ya nacieron en Galicia. Y Hasán está convencido de que «aquí se quedarán para siempre porque están muy contentos». El único problema que sienten es la mala interpretación de mucha gente hacia la religión musulmana. Califa es rotundo: «La religión ayuda a integrar, a buscar la paz. No quiero que confundan nuestras creencias con la de algunos pocos islámicos integristas».

Más al sur que Hasán nació Julie. Es de Sierra Leona y lleva en Arteixo dos años. Contentísima. Trabaja en A Coruña, pero reside con su esposo gallego en Arteixo «porque es tranquilo y la vivienda es más barata».

De Colombia llegó Jennifer el año pasado. Una amiga que trabajaba en el servicio doméstico la animó. Les hablaron de que en Arteixo todo era más barato que en A Coruña y hoy pagan 400 euros de alquiler por un «apartamentito que está requetelindo».

Una de las cosas que más pesa entre los inmigrantes para elegir Arteixo es precisamente la vivienda. En Fincas Galicia, una inmobiliaria del lugar, afirman que el precio de los alquileres es «la mitad» que en A Coruña, «a partir de los 350 euros». Igual que la compra. Explican que la población magrebí se inclina más por el alquiler, no así la sudamericana, que busca la compra.

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