MUNDO

Obama suma también el voto blanco

«¿Que no nos digan que el cambio no es posible!», clama el ganador en Carolina del Sur

El Correo, 28-01-2008

«Ahora las manos que cogían algodón escogerán al presidente de Estados Unidos». Eran palabras del reverendo Jesse Jackson, que en 1984 y 1988 intentó hacer realidad el sueño de un presidente negro. Como él, Barack Obama ganó las importantes primarias de Carolina del Sur. Su triunfo con el 55% de los votos frente al 27% de Hillary Clinton y con un John Edwards a gran distancia, con el 18%, no deja lugar a dudas. Pero su verdadera victoria fue hacerse con la mitad del voto de los jóvenes blancos, que son los que pueden llevarle a suceder a George W. Bush. Obama también ha puesto la vista en los hispanos, a los que el sábado se refirió cuatro veces en su discurso triunfal.

«Cuando oigo a los cínicos decir que blancos, negros y latinos no se pueden unir para trabajar juntos me acuerdo de los hermanos y hermanas latinos a los que organicé y con los que me alcé y luché codo con codo por los puestos de trabajo y la justicia en las calles de Chicago. ¿Así que no nos digan que el cambio no es posible!», clamó el senador.

Era la primera vez que el candidato afroamericano que promete unificar al país se dirigía a estos «hermanos latinos» que en Nevada dieron la victoria a Hillary Clinton. La ex primera dama confía en ellos para el desempate del Supermartes, cuando voten estados tan hispanos como California, Nueva York, Nueva Jersey, Nuevo México, Arizona y Colorado.

Clinton tiene el apoyo de la mayoría de los líderes latinos, incluyendo el popular alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, que ha prometido entregarle en bandeja el premio gordo de las primarias. California es el estado que más delegados concentra, con 241. Para contrarrestarlo, Obama anunció ayer el respaldo del político angelino Xavier Becerra, el congresista hispano que ocupa el puesto más alto en la Cámara de Representantes, como ayudante de la portavoz Nancy Pelosi y miembro del Comité de Formas y Medios.

Estados como Alabama, Georgia y Tennessee, que también votarán el próximo día 5, tendrán una importancia vital para Obama si se repite el apoyo abrumador que le han dado sus hermanos de color en Carolina del Sur. Aquí el 78% de los afroamericanos han seguido la consigna de Oprah Winfrey, quien les pidió que dejasen de soñar el sueño de Martin Luther King y lo hicieran realidad votando a Obama.

Bill Clinton, incisivo

Bill Clinton, que había abrazado el título de ser el primer ‘presidente negro’ del país, quitó hierro a esa victoria al decir que «es normal que elijan a los de su raza». Incisivo, como le caracteriza, recordó que Jesse Jackson también ganó ese estado, dejando en la mente de todos que eso no le sirvió para obtener la nominación del partido.

Lo que se cuidó de decir es que Obama, al que se le vaticinaba un 10% del voto blanco, recogió el 24%. Un porcentaje que subía hasta el 50% entre los jóvenes menores de 30 años. «Les hemos enseñado a no ver colores, sino el corazón de las personas», decía durante el cierre de campaña de Obama George Palmer, de 66 años, uno de los pocos jubilados que había en el acto. Palmer es, además, un republicano que hasta ahora nunca había votado por un demócrata.

Entre los jóvenes idealistas que han respondido a la llamada de Obama para coger las riendas de Estados Unidos y echar a un lado a los políticos tradicionales se encontraban el sábado Josh Notes, de 23 años, que había conducido el coche de su madre desde Baltimore para ayudar como voluntario. «Mi madre era ’hippie’», decía orgulloso mientras se sacaba del bolsillo un montón de papeles verdes y blancos. Cada uno de ellos contenía la dirección de un votante al que había llevado ese día a las urnas. «Josey James, silla de ruedas, colegio de Edgewood», decía uno de los papeles que mostró.

En la aventura le habían acompañado dos nuevos amigos, Jared Countess y Bobby Ackerman, también de 23 años, a los que había conocido a través de la campaña. Todos compartían la decrépita habitación de un motel de carretera donde algunos dormían en colchonetas para repartirse el gasto. «¿Hoy he convencido para votar a un hombre que no lo había hecho en su vida!», contaba entusiasmado Jared. «Yo le explicaba que de verdad esta vez podemos cambiar las cosas, y él insistía en que no había votado nunca, hasta que le dije: ‘Tío, también un día fuiste virgen’. Y entonces me dijo: ‘Tienes razón, voy contigo’».

Los que se alojaban en el hotel Hampton Inn de Columbia tenían más edad y más recursos, pero también se habían metido en el cuerpo quince horas de autobús desde New Jersey para tocar a las puertas de los vecinos de Carolina del Sur. «Obama puede cambiar la imagen de Estados Unidos en el mundo», soñaba Ed Thompson, de 47 años. «Después de todo el daño que nos ha hecho Bush podremos lograr que dejen de odiarnos y empiecen a ver lo bueno que hay en este país».

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