Vallecas

La calle que no existe

El Mundo, LUIGI BENEDICTO BORGES, 28-01-2008

Ni policías ni bomberos ni ambulancias. La calle del Embalse de El Vellón no está en ningún mapa porque no tiene placa municipal. La delincuencia lo aprovecha para campar a sus anchas Los miedos en el PAU de Vallecas responden a muchos males: las peleas, los atracos, el destrozo del mobiliario urbano… Pero en la calle del Embalse de El Vellón los temores van por otro lado. Con lo que tienen pesadillas los dos centenares de familias que viven en el único edificio de la vía es con su propia inexistencia. Porque a ojos de la Policía, los Bomberos, las emergencias y hasta Correos, su calle no existe. Nadie acude a las llamadas hechas desde la mancomunidad que ocupa los números 2 – 14.


El Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) entregó más de 245 viviendas el 30 de julio de 2007 en este edificio situado en la parcela 6.27 del Ensanche de Vallecas. Pero apenas tres meses después, los vecinos comenzaron a descubrir «deterioros sin sentido». «No es normal que uno llegue y se encuentre los contadores de luz y de agua abiertos, o que el portero automático no funcione y que cualquiera que lo desee pueda acceder a las viviendas por las entradas de los garajes, que están abiertas e interconectadas», comenta indignado uno de los vecinos afectados.


Cada mañana, cuando un grupo de vecinos coincide en el patio, todas las conversaciones acaban tirando hacia los mismos derroteros. «Hoy he descubierto que no funcionan los extintores». «En el piso de arriba han puesto otra antena aunque les dije que estaban prohibidas». «¿No están taponadas las rejillas de su portal?». Cada vecino tiene su propio quebradero de cabeza, y el desquiciamiento es colectivo.


«Nosotros reconocemos que muchos de los deterioros están causados por los vecinos, que ignoran el compromiso de buena vecindad exigido por el Ivima y se dedican a acumular basuras, destrozar los espacios comunes y demás. Pero lo hacen sabedores de la impunidad que sufren, porque nadie nos tiene en sus archivos. Y no saben llegar», se queja una señora mayor.


El mismo problema se daba con las cartas. La calle no tiene placa identificativa del Ayuntamiento y, por lo tanto, no constaba en los archivos del servicio de Correos. Durante unos meses, para estos vecinos de Vallecas no existían las facturas ni las denuncias, pero tampoco las misivas de los familiares o las ofertas de trabajo. Sólo ocupaba sus buzones la publicidad de los negocios que nacían en el PAU.


Decenas de reclamaciones


Los vecinos han trasladado sus reclamaciones al Ayuntamiento, pero la respuesta de éste se ha limitado a un «se ha enviado la petición al Departamento correspondiente, no pudiéndose realizar actualmente ninguna actuación por falta de material». ¿Cuál ha sido la solución? Ahorrar entre unos cuantos e instalar una placa manufacturada para que el correo pueda llegar a su destino. «Como esto siga así, la cosa va a derivar en violencia. Ya estamos hartos de que los coches circulen a altas velocidades por la calle peatonal, de que la gente aparque donde quiera, de que se instalen mercadillos de frutas y verduras en nuestras puertas y no podamos ni pasar. Eso por no hablar de que las piedras del patio interior están sueltas y muchos niños las cogen para arrojarlas a los coches que salen del garaje, y lo hacen en horario escolar», denuncia uno de los creadores de la entrada «Parcela 6.27» del foro de internet PAUdeVallecas.org.


La incomprensión entre vecinos de distintas nacionalidades amenaza con romper una convivencia ya tocada. Los vecinos magrebíes consideran que son blanco de las críticas por «racismo y desconfianza». Los españoles, en cambio, alegan que esa «supuesta xenofobia» es el arma en la que se escudan los desaprensivos para evitar las críticas.


Desde el Ivima reconocen los desperfectos sufridos por este edificio maldito. «Apenas 30 días después de dar los pisos recibimos las primeras denuncias», aseguran, «y el 95% de los problemas han sido causados por los propios vecinos». «Hacemos las reparaciones de modo subsidiario, y luego deberíamos pasarle la factura a los vecinos, que a su vez deberían dirigirse a la empresa que edificó el inmueble», dicen resignados desde el Ivima.


Hace unos meses, un coche de la empresa encargada de mantener la seguridad en el PAU de Vallecas fue incendiado por unos desconocidos. El vehículo quedó calcinado, aunque los vigilantes no resultaron heridos. El suceso aumentó el temor de los habitantes de la zona. Cuatro familias con casa otorgada renunciaron a ella, y el presidente de uno de los portales ha sufrido varias amenazas de muerte.


«Dada la gravedad de los incidentes, no se descarta rescindir los contratos de los inquilinos, que en este edificio son cuasi propietarios con derecho a tomar decisiones», dice el Ivima, que cada mes se ve obligado a adelantar el pago de varios vecinos que tienen por costumbre olvidarse de pagar el alquiler.

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