Memoria del holocausto

Las Provincias, RAFAEL BLASCO CASTANY, 27-01-2008

Puede parecer pretencioso hablar del Holocausto desde la Comunitat Valenciana. Pero lo hago concernido, como todos, por la mayor tragedia del hombre desde que existe noticia. Porque todos debemos tener, en nuestra memoria, un lugar para recordar a las víctimas del Holocausto. Para su permanente homenaje.

Hace algo más de sesenta años, en la verde Europa, en la culta Alemania, entre personas educadas y correctas, disciplinadas y eficaces, estalló el mal. Porque el Holocausto no apareció en un entorno de barbarie generalizada, o de ausencia de ese rigor que los estados, bien que mal, confieren a los hombres. El Holocausto no fue un desgraciado genocidio sucedido en sociedades que aún permanecían en la Edad de Piedra. No. El Holocausto sucedió en uno de los países más ricos, cultos y poderosos de la tierra. Y esa circunstancia extravagante y terrible es un acicate permanente para que nuestro planeta nunca más vuelva a vivir un fanatismo tan sangriento, tan destructor y nihilista.

Conmemorar el día del Holocausto es honrar la memoria de los seis millones de personas asesinadas por el nacionalismo colectivista. Seis millones de personas que fueron asesinadas, la inmensa mayoría, solo por el hecho de ser judías. Sin más connotaciones. Sin acusaciones adicionales – que, por otra parte, jamás justificarían tan atroz destino. Asesinadas por pertenecer a una determinada cultura, religión, historia cívica. Solo por eso. Porque nunca el mal había sido más abyecto, más atroz, más absurdo.

¿Y por qué sucedió eso? Porque toda ideología colectivista y totalitaria, enemiga de la libertad y del hombre, de la cultura y del bien, tiene un punto que la conduce al crimen. Y en la Europa del siglo XX se produjo el mayor estallido de esa enfermedad ciudadana. Hija del temor, de la falsedad y de la inconsciencia. Del egoísmo y de la máxima crueldad. En la Europa del siglo XX, en el viejo continente que había sido faro de América y de tantas naciones pobres y desarticuladas del resto del mundo, se produjo el mayor crimen contra la Humanidad.

Siempre serán pocas todas las actuaciones que nos recuerden el Holocausto. Y porque siempre habrá que combatir los mensajes oscurantistas que todavía emiten quienes niegan la evidencia de aquel horrendo crimen. No olvidemos que apenas hace unos meses, el máximo responsable del estado de Irán negaba estos hechos históricos, de los que tantos testimonios existen, tantos datos, tantas imágenes, tantas cifras contrastadas.

La memoria del Holocausto es una memoria, pues, activa. Renovada expresamente cada año en la fecha del 27 de enero; Día de la Memoria del Holocausto y de la Prevención de Crímenes contra la Humanidad. Esa memoria ha de ser creadora, concienciadora, activa. Igual que la memoria es el origen de la gran literatura, también lo es del compromiso de todos los hombres y las mujeres de la tierra en la común misión de vigilar y denunciar cualquier atisbo de crimen contra la Humanidad. Una labor imprescindible que ahora es más fácil que antes, gracias a los nuevos sistemas de comunicación.

La sociedad valenciana es abierta. Lo es desde hace muchos siglos. Aquí han vivido muchas personas diferentes. Pueblos primitivos, tribus de las que muy poco sabemos, los iberos, los cartagineses, los romanos, los árabes… Todos ellos han conformado nuestra sociedad. Nuestro modo de estar en el mundo. Que es constructivo, confiado, tolerante. Bien se prueba ello cuando se recuerda que en apenas seis años hemos recibido a cerca de ochocientos mil inmigrantes. A tantas personas que ya forman parte de nuestra Comunitat. Y que cada día se hallan más integrados.

Desde esta sociedad nueva y antigua, liderada por un Gobierno, el valenciano, que cree en la libertad y en la democracia, en el respeto a todos los seres humanos, sean cuales sean sus rasgos étnicos, su cultura, su origen, su idioma o sus valores, recordamos el Holocausto. Y no nos olvidaremos de sus enseñanzas. Que cada día podemos poner en práctica en nuestra vida cotidiana, acercándonos a los demás. Así lo hacemos también desde la Conselleria de Inmigración y Ciudadanía, donde trabajamos por la integración de todos los ciudadanos. Que es una forma de trabajar contra el olvido.

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