POLÍTICA

El barrio de acogida por excelencia

El Correo, 27-01-2008

Históricamente, El Raval ha sido el barrio de acogida de los inmigrantes en Barcelona. Ocurre desde el siglo XIX, una época en la que los huertos ocupaban lo que ahora es un conglomerado de culturas. Pronto, ese centro de abastecimiento de la ciudad condal abrió el paso a las fábricas, sobre todo de tipo textil, debido a la crisis que azotó el campo y obligó a los payeses a emigrar a la capital. Fueron años de urbanización desmesurada, de crecimiento descontrolado, que derivaron en una escasa salubridad y constantes epidemias.

La segunda gran oleada surgió en los años cincuenta del siglo pasado. Andaluces, aragoneses y extremeños llenaron el distrito. Fueron los últimos en asentarse antes de que se produjera un cambio drástico en el paisaje. De él se apoderaron las drogas, la prostitución, la delincuencia y los robos, que concedieron a la zona, cercana al puerto, la peor fama posible. En esta tesitura, una gran parte de la población dejó el enclave – de 100.000 habitantes se pasó a 30.000 – y la gran mayoría de los locales comerciales se quedaron vacíos.

Con el primer Ayuntamiento democrático se impulsó una reforma integral. Se espaciaron las calles, se saneó el barrio, se le dotó de equipamientos. Así retomó su tradicional capacidad de acogida, con la llegada de nuevos inmigrantes, con los paquistaníes al frente, pero también de jóvenes europeos bohemios, amantes de esa cultura alternativa, que crece poco a poco en El Raval.

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