El mundo de la prostitución no conoce fronteras. En el centro de Cartagena se expande por por muchos rincones sin que los vecinos y los cuerpos de seguridad puedan hacer nada para remediarlo. Lejos de ser una profesión escondida, que se ejerce en casas clandestinas o de noche en lugares alejados de la ciudad, una decena de prostitutas intentan captar a sus clientes a plena luz del día en las calles del casco antiguo. Lo hacen, sobre todo, en los alrededores de la Plaza de San Francisco, a solo unos metros de dos parques infantiles. Los vecinos y comerciantes están cansados de esta situación que empeora cuando cae la noche y denuncian falta de seguridad por la presencia de proxenetas y drogadictos alrededor de las mujeres.

Un simple paseo a mediodía por las calles de San Vicente, Palas y Cuatro Santos, además de la propia Glorieta, a escasos cien metros del que será el nuevo ayuntamiento de San Miguel, permite comprobar cómo jóvenes prostitutas ofrecen sus servicios en la calle a cualquier hora. Algunas esperan sentadas a ser reclamadas pero muchas dan el primer paso y se ofrecen a los clientes, en gran parte inmigrantes. La mayoría de las mujeres también son extranjeras.

Presión policial

Una vez captado, las mujeres se dirigen a las casas que utilizan como burdeles clandestinos en la calle Cuatro Santos o en los solares abandonados del Molinete o del Monte Sacro.

La presión policial sobre la prostitución en las calles cercanas a ese último barrio ha provocado que las meretrices se trasladen hacia el centro.