Una joven rumana murió el martes por la noche a manos de su pareja, de la misma nacionalidad, en Alcalá de Henares (Madrid), tras ser arrojada de un coche en marcha, tras lo cual, su novio la roció con gasolina y le prendió fuego. El agresor, de 22 años, no tenía antecedentes penales y tampoco había sido denunciado anteriormente por malos tratos, por lo que no existía una orden de alejamiento sobre él.

Los hechos ocurrieron minutos después de las 23.00 horas en la zona conocida como Camino Viejo de Camarma, donde ambos jóvenes se encontraban en el interior de un vehículo aparcado en una zona frecuentada por parejas. El alcalde, Bartolomé González, informó ayer que un hombre declaró haber visto en la zona un coche “que circulaba con rapidez y desde el que se arrojó algo” y luego “comenzó un incendio”.

La hora del relato de este hombre coincide con la llamada del agresor comunicando al 112 que acababa de cometer un asesinato y les señalaba el punto en el que se encontraba la víctima.

Causa de la muerte

Ahora deberá ser la autopsia la que determine si la joven de 20 años fue calcinada viva o si ya estaba muerta a causa de la caída del coche en marcha. Cuando llegaron los servicios sanitarios, la víctima ya estaba muerta y, por el estado en el que había quedado su cuerpo, no se pudo determinar en el momento las causas de su muerte.

González explicó que la pareja vivía muy cerca del lugar en donde apareció la joven, un barrio conocido como Los Espartales. Se trata de uno de los desarrollos urbanísticos más recientes de la ciudad complutense y en él residen más de 20.000 personas, muchas de ellas inmigrantes procedentes del este. Fue en ese lugar en donde se detuvo al asesino, que tuvo que ser trasladado al hospital de La Paz, en donde se le trataron las quemaduras que sufrió en ambos brazos. Ayer abandonó el centro médico y posteriormente fu puesto a disposición judicial.

En memoria de la joven muerta, centenares de vecinos de la localidad madrileña se concentraron ayer frente al ayuntamiento y guardaron cinco minutos de silencio en repulsa y condena de los actos de violencia doméstica.